El día que el humo habló
Vino el sol y les dijo:
“Hable en paz quien hable yo
A su canto hablo y susurro,
La noche aún me contiene hermano;
Yo no tuve de la ceiba y su manto por alimento
Hermano,
Sólo a ti te tuve y de tu mano
Tomé siempre el grano,
La carne,
La leche del venado.”
Allí fue que hermano apuntó su venablo al cuello de todas las aves en el Cielo.