martes, 12 de abril de 2011

Otro abismo otra eternidad: exploraciones al silencio: Elegía del silencio de Federico García Lorca. II

Palabras de la locura, lo oscuro real:

Si te vas a los astros,
el zumbido solemne
de los azules pájaros
quiebra el gran equilibrio
de tu escondido cráneo.


*

¿Qué lleva el silencio? La palabra del poeta dice que el silencio lleva tres cosas
Tres empañaduras: risas, palabras, sollozos del árbol. Ellas y sus marcas, sus huellas.

*

Las palabras y los sollozos son del árbol.
La risa es un tercer elemento que está al principio y al fin por la risa misma que brinda la estrofa.
¿A dónde te has ido tú, que nunca estuvieste, comedia?,
¿Dónde tú, escritura?,
¿Dónde tú los símbolos en la escena?


*

Palabras de otros tiempos, de Panorama ciego de Nueva York.

No hay dolor en la voz. Solo existen los dientes,
Pero dientes que callarán aislados por el raso negro.
No hay dolor en la voz. Aquí solo existe la tierra.
La tierra con sus puertas de siempre
Que llevan al rubor de los frutos.


*

Una vez más retornamos a la figura del caníbal, la silueta de la tierra desde la visión del poeta, su letra, su promontorio su testimonio del ocaso, de la tarde, de la nada en que se ha convertido la noche.


*

Una boca. La boca dice:

La boca de un cocodrilo,

la voz de siempre, la voz del poeta,
la de Federico,
la de García Lorca,
la Tello.


*

Del poema Elegía al silencio nos falta re-sonar los siguientes versos:

Huyendo del sonido
eres sonido mismo,
espectro de armonía,
humo de grito y canto.
Vienes para decirnos
en las noches oscuras
la palabra infinita
sin aliento y sin labios.

Taladrado de estrellas
y maduro de música,
¿dónde llevas, silencio,
tu dolor extrahumano,
dolor de estar cautivo
en la araña melódica,
ciego ya para siempre
tu manantial sagrado?

Hoy arrastran tus ondas
turbias de pensamiento
la ceniza sonora
y el dolor del antaño.
Los ecos de los gritos
que por siempre se fueron.
El estruendo remoto
del mar, momificado.

Si Jehová se ha dormido,
sube al trono brillante,
quiébrale es su cabeza
un lucero apagado,
y acaba seriamente
con la música eterna,
la armonía sonora
de luz, y mientras tanto,
vuelve a tu manantial,
donde en la noche eterna,
antes que Dios y el tiempo
manabas sosegado.


*

La primera estrofa canta el abismo de la boca, las antiguas campanas,

La segunda muere con el poeta entre su propia carne, sus entrañas,
La sangre que ya no corre, que ha sido sosegada.

La tercera mienta el horror de la letra, la ceniza sonora,
El rastro de la boca de fuego, del infierno humano,
De su palabra humana, en texto petrificado,

No restan cavernas para los descensos,
Hoy todos los muertos mueren en sus propias danzas.


*

Las palabras de locura, lo oscuro real, indican:

Si te vas a los astros,
el zumbido solemne
de los azules pájaros
quiebra el gran equilibrio
de tu escondido cráneo.

Los pasos de última estrofa son el canto del asesino del cielo.

Si Jehová se ha dormido,
sube al trono brillante,
quiébrale es su cabeza
un lucero apagado,
y acaba seriamente
con la música eterna,
la armonía sonora
de luz, y mientras tanto,
vuelve a tu manantial,
donde en la noche eterna,
antes que Dios y el tiempo
manabas sosegado.

Aquí resuena lo eterno.
El asesino del cielo es el tiempo, Cronos.

Por un lado se dice “el gran equilibrio de tu cráneo escondido”, por otro se dice “quiébrale en su cabeza un lucero apagado”.
Son dos acciones encomendadas por el poeta al interlocutor del canto, el silencio.
En caso de que el silencio vaya a los astros –el poeta aclara que estos son “el zumbido solemne de los azules pájaros” –, le pide que hable, que se manifieste, que cometa un acto de rebelión a su propia negativa. En ello consiste el quiebre del gran equilibrio del escondido cráneo del silencio (el crack de la presentación)
En caso de que Jehová se haya dormido, el poeta encomienda al silencio a subir, a quebrarle en la cabeza, a aquél, un lucero apagado (La linterna, las antiguas linternas).

Esto gesto, el deicidio de Lorca, asesino del cielo, pide el cese serio de la música eterna, la armonía sonora de luz, y mientras tanto…

*

La última estrofa retorna al principio.

La estrofa 5 dice:

¿dónde llevas, silencio,
tu dolor extrahumano,
dolor de estar cautivo
en la araña melódica,
ciego ya para siempre
tu manantial sagrado?

La estrofa 7, después del deicidio, en sus últimos 5 versos, retorna al manantial:

vuelve a tu manantial,
donde en la noche eterna,
antes que Dios y el tiempo
manabas sosegado.

En esta conexión del manantial, este manantial es el poema. En tanto que retorna al sujeto de la interpelación, el poeta vuelve a enumerar las empañaduras, tres objetos que porta el silencio en los quiebres y remansos del verso:

En tanto que la primera estrofa lo nombra:

Silencio, ¿dónde llevas
tu cristal empañado
de risas, de palabras
y sollozos del árbol?

La quinta estrofa menciona estos tres elementos como el “dolor extrahumano” del silencio, como dolor de “estar cautivo en la araña melódica”, y como eterna ceguera del sí, el “manantial sagrado”.


*

Respecto a la ceguera:

Este signo llama al tiempo primordial, a lo anterior al propio Dios y el tiempo,
Donde ya, antes, el manantial manaba sosegado.


*
Si el manantial es el propio poema lo es en tanto el tiempo de la presencia, no así el tiempo primordial. Es el propio poema cuando ha sido momificado, un mero restruendo remoto del mar.
Cuando se retorna al manantial, al tiempo de la noche eterna, el poema no es un texto, tampoco es una voz, no es sino el lugar eterno al que se ha ido el silencio después de todo esto, el lugar a donde el mismo nos ha llevado.


*

El retorno del poema.

Escribamos ahora el poema al revés, ¿intercalaremos los versos o los revertiremos enteros?

Otro abismo otra eternidad: exploraciones al silencio: Elegía del silencio de Federico García Lorca I

Elegía del silencio
Julio de 1920

Silencio, ¿dónde llevas
tu cristal empañado
de risas, de palabras
y sollozos del árbol?

¿Cómo limpias, silencio,
el rocío del canto
y las manchas sonoras
que los mares lejanos
dejan sobre la albura
serena de tu manto?
¿Quién cierra tus heridas
cuando sobre los campos
alguna vieja noria
clava su lento
dardo en tu cristal inmenso?
¿Dónde vas si al ocaso
te hieren las campanas
y quiebran tu remanso
las bandadas de coplas
y el gran rumor dorado
que cae sobre los montes
azules sollozando?

El aire del invierno
hace tu azul pedazos,
y troncha tus florestas
el lamentar callado
de alguna fuente fría.
Donde posas tus manos,
La espina de la risa
O el caluroso hachazo
de la pasión encuentras.

Si te vas a los astros,
el zumbido solemne
de los azules pájaros
quiebra el gran equilibrio
de tu escondido cráneo.

Huyendo del sonido
eres sonido mismo,
espectro de armonía,
humo de grito y canto.
Vienes para decirnos
en las noches oscuras
la palabra infinita
sin aliento y sin labios.

Taladrado de estrellas
y maduro de música,
¿dónde llevas, silencio,
tu dolor extrahumano,
dolor de estar cautivo
en la araña melódica,
ciego ya para siempre
tu manantial sagrado?

Hoy arrastran tus ondas
turbias de pensamiento
la ceniza sonora
y el dolor del antaño.
Los ecos de los gritos
que por siempre se fueron.
El estruendo remoto
del mar, momificado.

Si Jehová se ha dormido,
sube al trono brillante,
quiébrale es su cabeza
un lucero apagado,
y acaba seriamente
con la música eterna,
la armonía sonora
de luz, y mientras tanto,
vuelve a tu manantial,
donde en la noche eterna,
antes que Dios y el tiempo
manabas sosegado.





La elegia es un canto, una invocación,
Pero no cualquier invocación, es la invocación que interroga, que cuestiona lo más cuestionable. ¿Cuál es el origen de este carácter cuestionable de lo cuestionable?

Silencio, ¿dónde llevas
tu cristal empañado
de risas, de palabras
y sollozos del árbol?


Veamos… busquemos…busquemos. Busquemos elementos de la pregunta, todo aquello que atañe al cristal, todo aquello con o de qué se ha empañado.
“Cristal empañado de risas” “Cristal empañado de palabras” “Cristal empañado de sollozos del árbol”

¿Cuál es el lamento de los bosques?

En la tierra cualquier bosque es poeta.
En Cristo se ven los maderos del lamento.

*

“Cristal empañado de risas” “Cristal empañado de palabras” “Cristal empañado de sollozos del árbol”. Estos tres elementos, son aquello que lleva el Silencio, ¿lo que el poeta ve y porque lo ve, lo enuncia? ¿Lo que su propia niña contempla y calla anonadada ante lo sensual de su plasticidad?

¿Por qué enuncia aquello que lleva el silencio? ¿Por qué en este poema el poeta viene a hablar ante la ausencia del sujeto mismo interpelado?

*

¿Empañado? Un espejo empañado, ¿se empañó o fue empañado?

*

Ab-ducción, re-ducción, in-ducción, de-ducción,

Se-duccion, ducción, ducción.

No es la lengua, es la boca, toda boca habla, no sólo usted señorita mimada.


*

Quién calla no es la niña, es la boca de la niña, toda niña habla de otra cosa.


*

Yo, poeta, ¿qué cayo cuando digo todo lo que digo?
¿Qué digo cuando cayo todo lo que cayo?
¿Qué cayo cuando cayo todo lo que digo?
¿Qué digo cuando digo todo lo que cayo?

No soy yo mismo. Es mi boca, es mi silencio,
Es mi enano lector.

Ven, entonces el silencio te toca,
te toma,
Te toca a ti también.

*

Si no lo podemos resolver, eventualmente se resolverá todo, es cuestión de asistir al comienzo, estar ahí siempre con todos,

*

Sí, estar ahí durmiendo.

*

También a mi me toma

*

La segunda estrofa nos interroga sobre cómo se limpia aquello mismo que es la empañadura:

¿Cómo limpias, silencio,
el rocío del canto
y las manchas sonoras
que los mares lejanos
dejan sobre la albura
serena de tu manto?
¿Quién cierra tus heridas
cuando sobre los campos
alguna vieja noria
clava su lento
dardo en tu cristal inmenso?
¿Dónde vas si al ocaso
te hieren las campanas
y quiebran tu remanso
las bandadas de coplas
y el gran rumor dorado
que cae sobre los montes
azules sollozando?


Aquello mismo que es la empañadura se dice: 1) el rocío del canto, 2) las manchas sonoras que los mares lejanos dejan sobre la albura serena de tu mando.

*

Ahora bien, en el segundo enunciado del verso y sin antes levantar el brazo, es el poeta quien quiebra el cristal. Aquí se irrumpe abruptamente el orden de la metafórica del silencio como empañadura del cristal, aquí ya son directamente las metáforas el quiebre del mismo. Aquí toda mi piel se estremece. Aquí está el poema.
La pregunta es qué se ha rostro en Lorca, que se ha roto en mi.

*

¿Yo?

*

¿A dónde podría ir el silencio cuando por la tarde lo hieren las campanas irónicas de la fiesta, de la vida?

*

El color irónico es el azul.

*

La sangre es dorada.

*

El problema es que con esto, el silencio ya no es cristal, ahora es un río, cuyos dulces remansos son quebrados. Es decir, la metáfora del silencio como cristal, justo desde la metonimía del quiebre de éste, si la quisiéramos ver en su repique para el siguiente par de versos, ya es otro mundo, todo él soberano de su sentido, pues de lo que era un simple accidente en la sustancia ha brindado la pertinencia para que el quiebre no sea el quiebre del cristal: ahora es remanso, quebrado por “bandadas de coplas” y el “gran rumor dorado”. Pero entonces, ahora, es que este rumor dorado que antes caía junto a las bandadas de coplas en los remansos del río, cae él mismo, al final de la estrofa, sobre montes azules que sollozan.

¿En cuántas cosas se ha convertido el silencio?

¿Cómo limpias, silencio,
el rocío del canto
y las manchas sonoras
que los mares lejanos
dejan sobre la albura
serena de tu manto?
¿Quién cierra tus heridas
cuando sobre los campos
alguna vieja noria
clava su lento
dardo en tu cristal inmenso?
¿Dónde vas si al ocaso
te hieren las campanas
y quiebran tu remanso
las bandadas de coplas
y el gran rumor dorado
que cae sobre los montes
azules sollozando?


Ha sido lo que empaña. Ha sido el rocío del canto, las manchas sonoras, el mar de los mares lejanos, ha sido la mancha sonora en su propia albura, ha sido la serenidad de su manto.
Ha sido quien cura el cristal. Ha sido su propio ritmo al caer la tarde, ha sido los pájaros cantar al caer la tarde, ha sido el sol dorando la ladera de los montes de súbito asombrados de penumbra. Y esto sólo en la segundo estrofa.

¿Quién?


*

Todavía no comprendemos el azul:

El aire del invierno
hace tu azul pedazos,
y troncha tus florestas
el lamentar callado
de alguna fuente fría.
Donde posas tus manos,
La espina de la risa
O el caluroso hachazo
de la pasión encuentras.


Bien, el silencio viene de ser cristal, empañadura, roció, mar; ha sido el instante exacto antes de cada evento, antes de cada contacto.
Viene el aire de invierno y hace pedazos el azul. El azul ya antes era el color de los montes al atardecer, al ser bañados del astro sol. Pero la imagen es confusa.
¿Quién baña a quién? ¿A qué hora?
Pues ese azul no desciende sino que sube desde la tierra, ya en dirección al sol que se pierda al fondo de la ladera, en la disolución de sus horizontes en la anti-alborada.
Suena de nuevo la albura serena de un manto.
Esto que suena, el aire de invierno, además de hacer el azul pedazos troncha las florestas, “tus florestas”, dice Lorca. ¿Qué florestas son estas? ¿De qué?, ¿de quién?
De la decisión del sentido. Toma lo que quieras, de cualquier parte del poema. Claro, en tanto los elementos sean más cercanos, resulta entonces que el mutuo movimiento ilumina y oscurece en el transito de la luz; siempre se recorren dos costas: revela que el sol no conoce de alboradas, tampoco de ocasos.

De nosotros ¿qué puede el sol ver?

¿Qué puede ver el sol de nosotros?

¿Qué puede ver el sol?

¿Qué es el sol?

Un sol no ve, sólo alumbra su propio albor.

*

Cualquier cosa qué sean y de quién sean las florestas, son tronchadas por el lamentar callado de alguna fuente fría. He aquí ya, de antemano, nuestra propia participación en el verso, en el todo del poema. He aquí donde somos él y yo, piel con piel, en el coloquio de poetas:

El aire del invierno
hace tu azul pedazos,
y troncha tus florestas
el lamentar callado
de alguna fuente fría.
Donde posas tus manos,
La espina de la risa
O el caluroso hachazo
de la pasión encuentras.


Donde poso mis manos encuentro la espina de la risa o el caluroso hachazo de la pasión. ¿Donde están las costillas? No sé, pero tenemos mucha de tu carne poeta para azar.
¿Vampiros?
Caníbales poeta, me comí tu cuerpo entre tus letras.

*

Palabras de la locura, lo oscuro real:

Si te vas a los astros,
el zumbido solemne
de los azules pájaros
quiebra el gran equilibrio
de tu escondido cráneo.

Nueva York

Nueva York, Nueva York,
trataste mal a las hijas de la tierra,
Mis queridas primas.
Sabes Nueva York que esto no es mentira.
Sabes Nueva York que la tierra permanecerá:
ha sido y será madre de tus hijos
De los pequeños que esparcen la semilla
De la única América que conozco,
mi pequeña familia.

domingo, 10 de abril de 2011

en la razón eterna de la sombra

***

Pero yo conocí de un campo al otro lado del abismo,
Al otro lado de la pared de la sobra de eternidad,
Miles y miles de voces de otros siglos,
De otras estrellas,
De una y la misma canción,
El mismo canto,
El mismo silencio primordial,
Indigente,

En la mitad de la tierra.

Los ángeles que contaban
Lo callado del silencio de sus alas,
El viento que sopla al desierto
Y lo torna cañaveral
De la palabra amada
En uno y otro hombre,
En una y otra amada,
En todos y la misma desolación,
En la misma tarde sin secretos,
Después de la fisura al sol.


**

Un solo Dios,
Sin templo,
Para habitar en silencio tu corazón,
Lo que suenas en tu lengua
Querido amigo.


***

La noche será ser noche.

Si hay una hendidura, todos la vamos a ver,

El sol que se rompe detrás,

Desde su propio centro,

He ahí el resto del cielo

En eterna oscuridad.


****

El espacio en blanco de lo eterno,

El rostro que el sol no nos dejó ver,

No nos dejaba,

Estamos en él,

en el silencio de sus pastos.

Uno a uno

*

Antigüedad de lo antiguo,
todo es eternamente antiguo,
Cada verso, cada sonido,
Cada siglo y siglo perdido en toda canción,
En cada canto,
En cada grito de homicidio,
De creación.


**

También el infierno conoce de remodelaciones,
De falsos arquitectos.
Conocí cada círculo del viento
Que la luz del fuego blandió alrededor,
Vi cada sombra gritar su propio humo,
Cada vapor aniquilado en la sangre de su razón.

Almas vivientes entre cada lento morir,
Entre cada aplauso de la vanidad,
(Ah! mis amadas hermanas!)

Nos vi a todos y a los mismos marchar
Sin prisa, sin viento, por la tarde eterna de la razón,
Unos y los mismos viendo el silencio alrededor,

Nada, el infierno.

(sonrisa)

*

La historia también se escucha al revés,

¿Por qué no el sentido de todos los textos?

Regresemos al absoluto todo verso dicho,

Retornemos el instante particular de cada verso escrito,

Tratemos de pensar el cúmulo de virgo detrás de cada sujeto,

Detrás de cada sustantivo,

¿Sabremos acaso qué fue finalmente lo dicho aquí?

No, jamás sabremos algo,

Esto es poesía.

Pero hemos encendido

En unas cuantas palabras

Todo el mismo vació,

Toda la misma desolación.




**

Versos griegos,

Versos alemanes,

Versos Latinos,

Versos americanos.

Versos de nada,

Por nadie escritos,

Nunca jamás leídos,

Siempre sidos,

Siempre errantes.

Siempre en eterna divagación del reencuentro,

Del padre,

Del hijo.


***

Todos somos el mismo, la misma carne de poeta,

El mismo corazón, el mismo latido,

Eterna y eternamente blandido

Al otro lado del sol,

Al otro lado del brillo.

Somos, los afortunados.



****

Nunca nada nadie


|

¿Cuántos ángeles destruyes en tus versos,
Cuántos árboles,
¡Tú, asesino del cielo!?

viernes, 8 de abril de 2011

Palabras de lo eterno

Palabras de lo eterno:

(...)(Ensayos de filosofía feliz)

Pero nosotros te aguardábamos todas las mañanas, recibíamos de ti lo que te sobraba, y te bendeciamos con agradecimiento.
Friedrich Nietzsche,
Así Habló Zarathustra, 1-1

a) De Tu rostro de muerte:

O de tu rostro sin signo ni semblante
que reclama el abrazo eterno,
el cuerpo de un joven amante o la semilla que no digiere


Pero esto, en su significante (Designor) (teoría de la referencia poética),
Se dice desde:

Y a su vuelo perdí el recuerdo
del aroma de todas tus frases.


Lo que vuela es un ave, pero ésta está inserta en los dos primeros versos:

Con tu rostro de muerte
Firmé en tus labios la sentencia del ave



b) De Pro-grama:

El espejo ante el olvido:
mi rostro, instante inundado de letras,
espacio, lo que llamo eterno
al sembrar la rosa de tormenta.


Lo eterno es el sembrar la rosa de tormenta,
El espejo ante el olvido es mi rostro,
Mi rostro es un instante inundado de letras,

Mi rostro es el propio espacio,

Él, eterno, al ser el escenario de la siembra de la rosa de tormenta.


c) De Sólo en el nivel técnico de la ingeniería:


Explotan los platillos, y las trompetas exhalan un dulce vapor de amor prohibido,
Pues los platillos son cadenas en el piso, meciéndose al ritmo de las caderas y el corazón del amor enemigo. Sólo el silencio, sólo el vació.
El corazón eterno de la creación.


Este ritmo, esta música muy jazz es un deseo. Un instante pleno de corazón. El nacimiento de un poeta.
La realización del verso, del sueño, del poema y de su canto, de su canción y su piel en la boca de la mujer amada.

El “corazón eterno de la creación” es el rostro del poeta en el olvido que de él hace el espejo, palabras que le hemos robado a la noche, y ahora el cielo tampoco se re-acuerda. El cielo no tiene memoria, no tiene cantos, no tiene poetas.  El heliotropo

Pero tienen coros de Àngeles, sus trompetas.


d) De La proscripción:

Palabras sobre la historia:

“…así que, entrégame el arma.”
“!Cierra la boca!”

[El bang! eterno que ignoramos como Historia.]

Es decir, hay un bang!, el ruido de muerte.
La eternidad que ignoramos como Historia, todo lo que sigue después del instante eterno de muerte.

Así que, “entrégame el arma”, un sampleo, un habla de una experiencia exterior, lo real, designor del verso del bang!. Paradoja auditiva como todo aquello que se pierde en la sordera del cielo, en el canto de sus ángeles sin versos, sólo ruido en armonía angelical. Un antiguo zumbido, la voz de la piel (Teoría de la onomatopeya).



e) De Confieso señor o pensar lo posible.

Ya el título conlleva un juego de palabras muy entretenido. “Soñar lo imposible”, un recuerdo del 68. Leerlo entonces “Soñar lo posible”. Un juego entre Señor y Soñar. El discurso del amo, el discurso del padre es ya el discurso de la interpretación del sueño del hombre, Calderón.
Entonces, cuando se dice “pensar lo posible”, es este el lema del hiperrealismo poético que practico. Todo esto que digo habla de mí. Soy yo mismo. Mis ideas, mis versos, mis poemas, mis exégesis. ¿Estoy loco?
No. Soy filósofo, soy poeta. ¿A quién más le puedo creer si no es a mí? Existe la confianza, es cierto, no soy escéptico, pero cómo sé quien eres tú para venirme a decir que sabes más o mejor de mí que yo mismo. ¿El Estado te facultó a ello? ¿La Facultad? ¿Esa Caverna?
Pero entonces, yo. ¿He sido ya mi propio señor?

Sabes, pero es “otra cosa”. Tu propia piel, el lugar donde se cruza el verbo y el tiempo, donde hallé mis versos.

La estrofa dice:

Soy inocente.
No amé, no pensé, no creé. Siempre he creado, un mil instantes repetidos,
en concatenación absurda y maravillosa con lo real, lo que deviene si mismo,
en la indistinción de la identidad o la culpa, del barranco del infierno, en castigo eterno,
o de las costas del divino cielo. En la tierra que palpita el ser del silencio como nueva ley.


¿Así o más claro? Soy inocente.
Inocencia es el devenir de sí mismo, es la indistinción de la identidad o la culpa. La identidad es el “barranco del infierno” (ente), la culpa es el estar de la identidad (el ser ahí), por eso el designio reza “en castigo eterno o de las costas del divino cielo”. Esta tierra, soy yo mismo, Federico Tello. Todo lo que no conocerás de mi. Mi cuerpo.


Todas estas voces vienen de él. Quien escribe es simplemente su profeta.


f) Del canto X de la Transversión al Tao:

Ignorar y desconocerlo todo,
ser el eterno retorno de la voluntad de poder.

El ser-ahí del eterno retorno de la voluntad de poder, la pequeña vanidad, se dice “ignorar y desconocerlo todo”, ser el no-saber absoluto. Piel, carne y viento abandonados a su propio silencio, a la única desolación del sí. Uno.


g) De Sin título:


El eterno retorno recuerda sus regímenes de vanidad,
palabra desgastada en auxilio del tiempo.


Este país, ahora mismo…


h) De Dramaturgia de la filología, palabras referentes al “amor”:

Donde el hombre captura el nombre secreto de los amantes,
pero también donde, según los hebreos, un dios eterno nos sepultó

jueves, 7 de abril de 2011

Contemplaciones V

(...) el diosar del Hombre Heidegger, La meditación, § 13 La filosofía (p. 53)

Por cierto todo discurso acerca de la “decisión” tiene ahora que caer fácilmente victima de todos los riesgos de este “lema”, el más capcioso; pues mucho de lo que sonora y frecuentemente es dado por “decisivo” es sólo primer plano de algo decidido desde hace mucho tiempo y su descendencia de fugaz decisión. No obstante, a despecho de todo abuso, la palabra acerca de la decisión tiene que ser dicha en el sentido de una pregunta: si la decisión es entre “ser” y “no ser”, es decir entre conservación de lo presente ante la mano y de lo que sigue impulsando y cesa de tales perspectivas y caminos, o si la decisión es más originaria: sobre el ser y el ente. Pues esa decisión no decide sobre el “ser” sino sólo sobre salvación y pérdida del ente incuestionado en su ser (de la omni-vida de la preocupación moderna por la cultura y el poder).

La dificultad suma de agregar algo a la palabra heideggeriana es el riego de su cercanía. Pero si justo ahí donde reside el mal reside lo que salva, el pensamiento post-heideggeriano es vecino en la indigencia fundamental: El largo tiempo transitado de la palabra “eterno”.

El riesgo de Heidegger y su palabra ya es evidenciado por él mismo, “este ‘lema’, el más capcioso”: “Ser y tiempo”: aquí es la caja de resonancia de su vanidad, pues en la escucha de tal sonido, Pandora, lo que eso que es dado por “decisivo”, la atención que la presencia suscita “es sólo primer plano de algo decidido hace mucho tiempo y su descendencia de fugaz decisión.”

¿Cómo salir de la re-iteración heideggeriana?

Esta es la pregunta por la fundamentación de la Tierra, el olvido de Epimeteo.
La muerte del hermano muerto, el diosar del Hombre.

Pamela,

No hay artista sin dirección de escena,

No hay verso sin el resto,

No hay poesía

sin la rosa de tu piel en ella.

El colmo,

El colmo es que ambos infiernos
Sean el mismo.
Que cada teatro sea un sueño,
Cada sueño un verso,
Cada verso un instante
del corazón eterno destrozado.

El problema,

El problema es hacer las cosas
cuando te corresponden a ti,
Cuando el verso no es el resto,
Cuando el peligro de una idea
es el fuego de su corazón
y no la tranquilidad de la fragilidad
de la vida en ella,
Tu mundo, mi mundo, mi poema.

Contemplaciones IV: Kant

(Los filósofos y el pensamiento) (...) en su caverna seremos lo real del viento

Kant: Hay sólo una experiencia, en la cual son representadas todas las apercepciones en concatenación integral y conforme a leyes; así como hay un sólo espacio y un tiempo, en los cuales tienen lugar todas las formas del fenómeno y toda relación del ser o del no ser. Cuando se habla de diversas experiencias, son sólo otras tantas percepciones, en la media en que ellas pertenecen a una y la misma experiencia universal. Pues precisamente en la unidad integra y sintética de las percepciones consiste la forma de la experiencia, y no es nada más que la unidad sintética de los fenómenos según conceptos.


Si sólo hay un espacio y un tiempo, ¿son estos el mismo? ¿Aun cuando se les escriba diferenciados? Al respecto de la multiplicidad, inmediatamente la señal con la cual Kant nos habla de esto es el signo “los cuales”. En estos “cuales”, en esta “multiplicidad”, dice Kant “tienen lugar todas las formas del fenómeno y toda relación del ser o del no ser.”


Pensemos dos posibilidades. Primero el “tienen” re-itera el signo de esta multiplicidad.

Segundo, el tener de tal “tienen”, es el estar propio del fenómeno, su pre-valencia.


La re-iteración parte a dos direcciones, un ángulo suplementario: tienen su lugar todas las formas del fenómeno y además lo tiene la relación del ser o del no ser (la primera relación es única y singular, la otra, ya en la multiplicidad del caso, implica una renovación en la re-iteración de la propia multiplicidad al plexo de formación del fenómeno, su performance), (La sectante que corta una “esfera”, que confunde el espacio; que, sólo cuenta con herramientas de di-sección escritas: configura la intuición de medio compás, de dos campos, de sólo dos dimensiones.) Pero, ¿por qué las formas del fenómeno no son lo mismo a la relación del ser o del no ser? (El propio corte funda la mentira,

tu verdad, Tu canto y contexto, Tu obra, tú crítica)

Las máscaras del teatro de la conciencia: Sujeto, objeto. Si Kant comienza nombrando una única experiencia, al interior de esta unidad acontece la representación de toda apercepción. Este acontecer es una concatenación integral y conforme a leyes. ¿Qué experiencia es esta? ¿La del pensamiento? No, la de la razón, pues sólo ella, la razón, en la exigencia del caso planteado por Kant, puede la totalidad de las representaciones de la aparecepción conforme a leyes, leyes que necesariamente remiten a ella misma, a la razón. (¿Puede “qué”? ¿Es la razón un ente?) Lo curioso es que dice Kant que esta única experiencia es igual a la única estancia de un multiple esencial, tiempo y espacio. Sí esta única experiencia es igual, es porque no es la misma. Aquí el maravilloso comodín de la filosofía trascendental.


(Ay! Pero entonces que poco nos rinden los principios de la lógica, que confunde así igualdad con la identidad de lo mismo!, o acaso ¿A qué alude “Naturaleza” señor Kant? )


Ella misma, la experiencia, es única, sí, sin dobles, pero luego… qué. Que ella misma encuentra una igualdad entre ella y el espacio y el tiempo desde donde son las formas de los fenómenos y la relación entre el ser y el no-ser. ¿Cómo ella misma podría tener conciencia de la alteridad que le brinda la igualdad? (Esto ¿en tanto cúmulo total de apercepciones representadas en disolución sintética? ¿La conciencia de sí?). Esta alteridad, de ser, tendría que ser la Tierra. No tu conciencia amigo. Y es que lo Kant ha construido es una alegoría, una alegoría trascendental. La segunda parte indica:


Cuando se habla de diversas experiencias, son sólo otras tantas percepciones, en la media en que ellas pertenecen a una y la misma experiencia universal. Pues precisamente en la unidad íntegra y sintética de las percepciones consiste la forma de la experiencia, y no es nada más que la unidad sintética de los fenómenos según conceptos.


Pero… entonces…, tal vez nosotros estemos hablando de diversas experiencias, tal vez estemos confundiendo el sentido de la construcción del texto kantiano. Tal vez no entendemos la relación que se ha formado entre el primer y el segundo enunciado del texto, entre los diversos momentos e instantes de una construcción que estoy leyendo con los momentos de captura, de entendimiento, de razonamiento y de abismo. Pues luego entonces, si estos tiempos, que corresponderían a diversas experiencias, no-son, ¡pues entonces yo he de ser idiota! O aquí Kant y yo pensamos lo mismo o estamos discutiendo qué significa pensar.

De retorno a la primera parte, el primer enunciado de ésta dice:

Hay sólo una experiencia, en la cual son representadas todas las apercepciones en concatenación integral y conforme a leyes (…)


El segundo enunciado explica: (…) así como hay un sólo espacio y un tiempo, en los cuales tienen lugar todas las formas del fenómeno y toda relación del ser o del no ser.


¿Qué relación se forma en este abrazo? Hay una sola experiencia, y hay un sólo espacio y un sólo tiempo. En esta sola experiencia son representadas todas las apercepciones en concatenación integral y conforme a leyes (ya podríamos ir escribiendo parousía del absoluto).


En este único espacio y único tiempo tienen lugar todas las formas del fenómeno y toda relación del ser o del no ser; ergo no existe algo así como la historia de la filosofía. Simplemente es el devenir de lo uno y lo mismo trascendente. Ya podemos ir entreviendo el juego de una santísima trinidad, un pragmatismo pietista. La analogía es la que permite observar el carácter trascendental de la igualdad, algo que no se verifica en uno por uno, que no acepta la confrontación de proporciones empíricas y dimensiones materiales. Más bien, en relación al uso, la analogía refiere a la función esencial, dis-pone de eso mismo único en uno y en otro-uno para acceder al plano reflexivo de lo universal (¿Y luego Kant quiere llamar a esto pensamiento?) Aquí es entonces cuando ya se juega la pre-evaluación del fenómeno (Onto-teología señor Kant).


Lo que comparte cada uno con el modelo fundamental no es una idea, Kant no es Platón. Más bien aquello que en la difuminación de su aparecer, es, es de suyo único. Las supuestas categorías. Las unas y las mismas desde siempre y para siempre. Esto no sólo conlleva el juego de una auto-referencia donde las categorías a priori juegan el papel que preforma toda experiencia, que ordenan al fenómeno en la reproducción y en la asociación de la imaginación trascendental. Además, para con esto, en una especie de auto-destrucción fenomenológica, Kant con la crítica ya juega de antemano una posición más original: de-velar los fundamentos de uno y uno, un procedimiento de raíz sintético: nihilismo, pues Kant cree que el cielo puede ser un espacio de la razón. El no-ser de todo lo real. El interno subjetivismo que renuncia al mundo para escribir filosofía. Ah, la Weltanshaung!


La crítica tiene por fundamento un anti-teísmo indigente. El problema es que esta raíz solo aparece al matar el sueño, al arrancar la planta de su tierra, al trans-terrarla en un vaso de vidrio, en un matraz. ¿Cuántos Edipos más en la historia de la filosofía? Incluso Deleuze es uno de ellos. Mata al padre, mata al padre, y para fundar… ¡se arrojó de un sexto piso! La imaginación pensada en la exposición de la lógica trascendental y no en el ámbito de la estética trascendental.

!La lógica del sentido!


Digo, no es que esto sea menos nefasto, es simplemente que Kant, a sabiendas, prosigue por este camino, viene entonces con su texto, sus críticas, prolegómenos y metafísicas, a hacer justicia a un proyecto humano que ya desde siempre configuró el crimen que funda la civilización de Occidente, la filosofía, su propia traición: la destrucción de la poesía. Así, que si Kant no nos dice qué correspondería al único tiempo y qué al único espacio, que si el tener lugar de todas las formas del fenómeno es la función tiempo, es la función del espacio, a si acaso es esto una única función, estancia funcionante en ambas instancias. Tampoco nos habla sobre la posición única, singular o simultanea que podrían ser el ser y el no ser respecto al espacio o/y al tiempo. ¿Qué nos permite Kant sacar en claro respecto a su decir sobre el ser y el no ser? “Hay un solo espacio y un tiempo en los cuales tienen lugar todas las formas del fenómeno y toda relación ser o del no ser.”


Primero podemos apuntar que la cuestión del ser y del no ser es la cuestión de una relación, su relación. Además cabe apuntar que esta relación no es la relación de una yuxtaposición, de una conferencia, más bien es la cuestión de una disyuntiva, la del ser o la del no ser.

Esta disyuntiva, la de ser o la del no ser, es en la unidad del espacio y del tiempo. Sabemos que según Kant esta unidad es la unidad de la percepción, el objeto de la estética trascendental. Pero también sabemos que la disputa entre el ser y el no ser viene a ser disputa en el territorio de la exposición de la lógica trascendental, la demostración de la deducción de las categorías a priori, su utilización en los juicios sintéticos, y la justicia del uso de estos juicios sintéticos en la construcción de la ciencia, la verdad. ¿Cómo podemos extraer la conexión entre la relación del ser o del no ser, acto del teatro de la unidad representación de la conciencia, es decir, la experiencia, con la configuración de proposiciones enunciativas que no se basen en la contingencia del evento – como podría parecer hace la poesía desde la visión del mundo de Kant – y se encuentren fundadas en la necesidad necesaria del ser? Si en la segunda parte de nuestro fragmento Kant dice:


Cuando se habla de diversas experiencias, son sólo otras tantas percepciones, en la media en que ellas pertenecen a una y la misma experiencia universal. Pues precisamente en la unidad íntegra y sintética de las percepciones consiste la forma de la experiencia, y no es nada más que la unidad sintética de los fenómenos según conceptos.


La “misma experiencia universal” –a la cual pertenece todo aquello que a tontas y a locas se mientan (“Cuando se habla…”) como diversas experiencias – es la unidad integra y sintética de las percepción: la unidad trascendental de la re-presentación. En ella, en el espacio-tiempo ahora sí unidos de su representación, adquiere consistencia la forma de la experiencia. Esta consistencia no es más que la unidad sintética de los fenómenos según conceptos, es decir, las categorías. Pero entonces, ¿El tiempo y el espacio son simplemente la representación? ¿Una auto-representación? Pues que en la justicia que Kant configura, el tiempo y el espacio jamás se podrían representar. Ellos son el propio despliegue. La representación es el espacio del tiempo y el tiempo del espacio en el espacio-tiempo de la representación. ¿Así o más solipsista?


La dialéctica trascendental al punto no devela nada nuevo. Ya todo se ha puesto en el talero desde estas pro-posiciones. Pues claro, que si el pensamiento y la razón son un ajedrez, cuenta todas las casillas y deduce con algoritmos la totalidad de jugadas posibles. Pero, ¿sabes? Aun con esto las jugadas son infinitas.


Pues Kant, mi querido pietista, recuerda que cuando ya no puedes confiar en ti mismo, el interior es solo el pincel del otro que pinta el plexo de lo eterno, la poesía.


Los abismos interiores son la obra de cualquier poeta, yo me dedico al trazo de los abismos exteriores. He aquí que vi a los ángeles descender al fondo de todo este cuento. Así, si en una ocasión para con Aristóteles preguntamos si el concepto de ousía era por sí una ousía ( ousía- presencia), para con Kant hemos de preguntar si la exposición de las categorías a priori es una re-presentación de la re-presentación en un mundo carente de pre-sencias, es decir, de simples discursos. Pues el noumeno, la presencia, debería ser su propio tiempo-espacio.

Pero esto ya corta de raiz todo el arbol la crítica.



He aquí la leña del pensamiento de los últimos doscientos años. Que si toda relación del ser o del no ser es, es al interior de la unidad trascendental luego no sólo la historiografía es sorda, ya antes la poesía es muda. A la filosofía le han cortado todos los sentidos. Pero en su caverna volveremos a sentir lo real. Los muertos respiran este fuego, el del poema.

miércoles, 6 de abril de 2011

Complaciones III

Pero siempre hay otro tiburón, otro asesino,

Otra boca que alimentar.


(…) Algunas voces Shakespeare; Hamlet, Acto tercero, Escena primera.


Ser, o no ser; ésta es la cuestión: si es más noble sufrir en el ánimo los tiros y flechazos de la insultante Fortuna, o alzarse en armas contra un mar de agitaciones, y, enfrentándose con ellas, acabarlas: morir, dormir, nada más, y, con un sueño, decir que acabamos con el sufrimiento del corazón y los mil golpes naturales que son herencia de la carne. Ésa es una consumación piadosamente deseable: morir, dormir; dormir, quizá soñar: sí, ahí está el tropiezo, pues tiene que preocuparnos qué sueños podrán llegar en ese sueño de muerte, cuando nos hayamos desenredado de este embrollo mortal.



Kant; Crítica a la razón pura, § 14, 4. (p. 147)


Hay sólo una experiencia, en la cual son representadas todas las apercepciones en concatenación integral y conforme a leyes; así como hay un sólo espacio y un tiempo, en los cuales tienen lugar todas las formas del fenómeno y toda relación del ser o del no ser. Cuando se habla de diversas experiencias, son sólo otras tantas percepciones, en la media en que ellas pertenecen a una y la misma experiencia universal. Pues precisamente en la unidad integra y sintética de las percepciones consiste la forma de la experiencia, y no es nada más que la unidad sintética de los fenómenos según conceptos.



Heidegger, La meditación, § 13 La filosofía (p. 53)


Por cierto todo discurso acerca de la “decisión” tiene ahora que caer fácilmente victima de todos los riesgos de este “lema”, el más capcioso; pues mucho de lo que sonora y frecuentemente es dado por “decisivo” es sólo primer plano de algo decidido desde hace mucho tiempo y su descendencia de fugaz decisión. No obstante, a despecho de todo abuso, la palabra acerca de la decisión tiene que ser dicha en el sentido de una pregunta: si la decisión es entre “ser” y “no ser”, es decir entre conservación de lo presente ante la mano y de lo que sigue impulsando y cesa de tales perspectivas y caminos, o si la decisión es más originaria: sobre el ser y el ente. Pues esa decisión no decide sobre el “ser” sino sólo sobre salvación y pérdida del ente incuestionado en su ser (de la omni-vida de la preocupación moderna por la cultura y el poder).



Tomemos algunas rutas, un orden de lectura, tal vez sólo un traspié. Tal vez sólo un inicio. Podríamos hacer una exégesis de cada texto, exégesis acorde a su horizonte de producción cultural; podemos abonar en un reiterante historicismo (tal vez cada vez más extendido), y, que, nuestros estudios, notas y apuntes, partan del texto históricamente más antiguo.


Pero todo esto es herencia de Kant. Obviamente nuestros resultados vendrían signados por el ímpetu de la forma que pre-forma todo el evento del meditar; que, el propio orden de exégesis, nos obliga a respetar la jerarquía temporal como un precedente, como una causa del discurso del texto sucesivo.


Podríamos tomar el curso contrario, comenzar por Heidegger y que todo sea confirmación de un supuesto, pues que, al partir de un punto, se encuentra ya siempre aguardando la confirmación del mismo punto en la consumación de dicho texto. No la otra orilla, no, simplemente la fatalidad como una historia efectivamente de antiguo precursada.


Podríamos explicar, hablar, ponernos en el lugar del otro, buscar la otra orilla, jugar a la estética de la recepción, a la fenomenología; jugar instituyendo esferas mundiales de lo particular, de la edad histórica donde el horizonte no se desplaza sino que avanza y se abalanza como bruma, como espíritu del tiempo, por encima de los contemporáneos de Shakespeare de Kant de Heidegger. Con esto nada queda salvado, aun cuando que ya tampoco algo se pueda perder. Simplemente se va y se viene. Dulces remansos del ingenio y la desesperación.


Y es que la cuestión, la pregunta que interroga por la decisión, no es la pregunta por los autores, sus contemporáneos o por sus lecturas precedentes; siquiera es la pregunta por su proyecto o inclinación político-ideológica, que ya siempre, cualquier concepto que traigamos a la exégesis, permanece en la totalidad que danza en lo indeciso de sus pasos, su propio ritmo (tal vez ya de antiguo danzado, no sé). Todos estos conceptos permanecen en el mismo estado ininterrogado de la diferencia entre el ser y ente, el ser de un ente concreto, eso mismo signado por Kant como concepto, un absurdo con cara de ciencia, de verdad.


La pregunta interroga más bien por el carácter del nosotros. Eso mismo que no sabemos quién soy, nuestros rostros, lo que sigue olvidando nuestros olvidos, el sí.



Shakespeare


(Ser, o no ser; ésta es la cuestión: si es más noble sufrir en el ánimo los tiros y flechazos de la insultante Fortuna, o alzarse en armas contra un mar de agitaciones, y, enfrentándose con ellas, acabarlas: morir, dormir, nada más, y, con un sueño, decir que acabamos con el sufrimiento del corazón y los mil golpes naturales que son herencia de la carne. Ésa es una consumación piadosamente deseable: morir, dormir; dormir, quizá soñar: sí, ahí está el tropiezo, pues tiene que preocuparnos qué sueños podrán llegar en ese sueño de muerte, cuando nos hayamos desenredado de este embrollo mortal.)


La decisión de Shakespeare viene cifrada en la “nobleza”, sobre si este “signo” puede ser más “noble” en una o en otra cosa, no entre el ser y el ente, no, claro que no, más bien sobre ser o ser ahí en el plus del noble. La tierra.


Es decir, el “ser o no ser” de Shakespeare dice “ser o ser ahí”. Pureza y acto, idea y sustancia, la unidad o lo múltiple, el ser y el devenir en el olvido del tiempo. Ay, la voz, Ay, el poeta, Sus pasos, uno a uno debajo del sol, su voz, debajo de la tormenta de arena. Debajo del tiempo. Así el horizonte tiene dos flechas, de donde mirando cada una de ellas en dirección al norte, resultan ser positiva una y negativa la otra, hermanas de sangre. ¿Sabes?, el imperio del hermano derecho, Apolo.


La primera dice: “sufrir en el ánimo los tiros y flechazos de la insultante Fortuna”.

La segunda explica: “O alzarse en armas contra un mar de agitaciones, y, enfrentándose con ellas, acabarlas; morir, dormir, nada más, y, con un sueño, decir que acabamos con el sufrimiento del corazón y los mil golpes naturales que son herencia de la carne.


Pero ¿realmente existen dos direcciónes?, ¿las flechas de la insultante Fortuna no recorren igual el segundo camino? El hombre, al optar por no-ser-noble [burgues, común] (espera, esto siquiera se pone a decisión), ¿escapa de las flechas del dios Apolo o las Minerva, su hermana? ¿Te das cuenta entonces que siquiera la no-nobleza está puesta en entredicho? ¿Que la decisión ya fue tomada de indigen?


Cuando el sí y el no son fatales, el silencio es vuelve tan culpable…

…pero ojo, no para serlo.


Si convenimos que el “mar de agitaciones” es el largo símbolo del ser ante el no-ser de “sufrimiento del corazón y los mil golpes naturales que son herencia de la carne”, entonces este doble símbolo, el mismo, tengo que ser yo más que yo mismo. Esto es el cuerpo del poeta, o bueno, su cadáver, Hamlet. Por el acabar, la consumación se dirige a las olas de dicho mar, a erradicarlas.


Erradicar es, a las olas, el nihilizar que les niega validez categorial en el frenesí de su carne, de su deseo. La muerte del sí mismo. Podríase decir que Hamlet es un suicida; no, siquiera es un poeta, simplemente es un poema, y bueno, también una personaje de la obra.


Si las olas son erradicadas no lo son en tanto olas, mucho menos en tanto su nunca acontecer. Más bien el erradicar es la di-solución re-posicionante del sí en tanto uno mismo, más allá de las contradicciones. (Pero con esto Hamlet no es sino un cadáver)


El decir que acaba con “el sufrimiento del corazón…” es la consumación de la piedad deseable, un madre para el llanto, un sepulcro para el cielo, una tumba de letras para el poeta.

Pero este decir, ¿desde dónde es dicho? ¿Puede ser des-dicho? ¿Acaso puede llevar a la desdicha? La consumación de la piedad deseable es el plus de goce del propio deseo, el desear de sí que prosigue en la corolario de sus ires y decires, la pluma y el verso, el canto y el texto, el poeta y el poema, el amor y las amados: “morir, dormir; dormir, quizá soñar: sí, ahí está el tropiezo, pues tiene que preocuparnos qué sueños podrán llegar en ese sueño de muerte, cuando nos hayamos desenredado de este embrollo mortal.”


El haberse desenredado de este embrollo es la poesía, el ir y venir sin miedo por los contornos del cuerpo, de la tierra, de la casa de amor del poeta, su palabra, el verbo.


Leemos de nuevo el fragmento:


Ser, o no ser; ésta es la cuestión: si es más noble sufrir en el ánimo los tiros y flechazos de la insultante Fortuna, o alzarse en armas contra un mar de agitaciones, y, enfrentándose con ellas, acabarlas: morir, dormir, nada más, y, con un sueño, decir que acabamos con el sufrimiento del corazón y los mil golpes naturales que son herencia de la carne. Ésa es una consumación piadosamente deseable: morir, dormir; dormir, quizá soñar: sí, ahí está el tropiezo, pues tiene que preocuparnos qué sueños podrán llegar en ese sueño de muerte, cuando nos hayamos desenredado de este embrollo mortal.


¿Qué resta por se comprendido?


Si dijimos que el símbolo del ser, “mar de agitaciones” ante el símbolo del no-ser, “sufrimiento del corazón”, son el mismo, hemos de comprender que estos símbolos no mientan el ser-ahí, siquiera lo señalan. Aquí no se trata de una referencia, más bien de un estado confeccional, donde estos símbolos, si acontecen, es que ya siempre fueron con-feridos desde el ser-ahí de ambos símbolos, la decisión en la disputa entre el ser y el ente.


Estos símbolos, “mar de agitaciones” y “sufrimiento del corazón”, poseen una doble procedencia, procedencia que además confluye del y al sí del centro. Desde un lado el ser-ahí se dice en el “sufrir en el ánimo”, por otro el ser-ahí se dice en el “alzarse en armas”.

¿Dónde el ser y dónde el ahí?


Todavía no lo sabemos. Un horizonte de interpretación de esta cuestión, nos lleva a hablar de la re-signación ante la re-belión. Pero la medida común en resignación y rebelión se juega ya en la esencia de valor del texto, la nobleza.


El ser-ahí dice lo mismo que la nobleza. El ser-ahí es quien realiza la pregunta, quien postula la cuestión. Pero en ese punto, cuando se evidencia que el ser de la nobleza no se encuentra en entredicho, el ser y el no-ser que se invocan en la pregunta no hablan del viento, de la tarde, del destino.


El eterno retorno de lo mismo no dice ser, dice vuelta, re-vuelta, re-torno. El ser no está interpretado en el retornar del retorno, más bien “retorno” dice el ahí del ente, donde éste apare-se.


El aparecer del ente es el fenómeno.

Este fenómeno es la espacio-temporalidad formal del ahí simplemente, no es el ser-ahí. Para que el ir y decir del poeta pueda ser dicho, la fenomenalidad, en tanto impresión, expresión y compresión de la sensibilidad, puede, desde la huella del viento, el sí, im-primir, ex –primir y com-primir la espacio-temporalidad del ente, la apertura al verso desde la forma, lo que funda el ahí del ente en cuestión. Lo que permite la escena, el relato, y el eterno retorno del poema, la posición lírica, la indigencia del poeta en esta posición.


Por eso Ofelia muere, ella otorga el símbolo que precurse el ocaso, el confrontarse a las olas para morir. Su océano, un lago, es la costa del poema, la tierra de su hogar, el lago en medio del tiempo humano, la tierra del poema, el cristal donde el reloj encierra el tiempo, Dinamarca (…)

martes, 5 de abril de 2011

Miceláneas mil veintemil

Sostienes dos símbolos con chinchetas

Como si las palabras ahora ladraran a través de ti y no tú, a través de ellas.
Pero entonces se preguntan si quiza, no siempre antes, fue así.
Sí, sucede, quizá siempre así ha sido.


La voz, el hombre.

Homicidio es el emplazamiento al silencio, el llamado a conservar la paz en el secreto, el misterio en la carne, la carne en el túmulo o en el escusado, en la voz del humano.



Estos son hechos de la intuición

Nunca hubo martirio

Se llama asesinato, homicidio

No existe el trato y el comercio,
Existe el trato y el contrato

No importa qué vendas, comercies o trafiques,
Hay mil palabras por escrito para entregarte una pizca de lo real

O una onza, o un galón, existe la pureza y el agua

La solución y la disolución de la vida

El rezo y el secreto del misterio

El símbolo que suena después de canta ave cantar

Hoy se decretan asesinatos con tocar un teclado, un botón

Todo está tendido para una re-apropiación del sí y de lo mismo

Ven, toca el botón

También otorga cantos y relatos

El abismo secreto de tu corazón

El secreto canto del secreto

El canto de tu corazón eterno


Octavio Paz

“Chillen putas!”
Les dijo la puta bruja del poeta, perdónenlo señoras,
No supo de quién se burlaba

Patetismo

Aun te amo,
Todavía te amo,
Siquiera te amo.

Y sólo un acento de destino,

Rutas y excursos del disfraz, del infinito.

Sólo un estado matemático de las cosas,
Los designios del signo, más no los del ser,
No por lo menos desde el recuerdo,
Desde el olvido del signo por ser.

Y de aquí creemos podemos pensar el amor.

¿Te imaginas todo lo que esconde cada signo leído?

¿Qué será será?

Niño. Niña. Bandera. Símbolo.

En tanto haya más textos sobre la Internet,
el siglo estará perdido.
Solo restará el secreto de lo que nunca se leyó una vez más.

De ahí los buenos tiempos que decías, poeta.

¿Dónde están los cantos a nuestros héroes, a nuestros atletas, a nuestros grandes y queridos poetas y actores, a los músicos y a los cantantes? ¿dónde los grandes cantos a los intérpretes, a los creadores?
Asesinos, asesinos puros al rededor. Sí, es cierto, una guerra mundial es más una ilusión que un hecho. Una relativa paz universal se ha establecido. Eso es lo que significa que los hijos y los padres se miren de reojo, eso es que los hermanos se desconozcan y los amores se olviden. Tragedia o comedia, preguntas. No, esto no es un teatro, esto no es una representación. Que la sangre se depliegue del centro al contorno.
Esto es llevar el caos y la desesperación de los astros al teatro humano, al concierto de nuestra conciencia, a las ciencias y a los contratos de la verdad. Al claro de la relación humana recién deshecha, recién inexistente.

Relaciones individuales le llamas a mi conciencia.
Es sólo tu conciencia. Aún aquí existe el comercio justo,
Anda, ven, sírvete, quítale o ponle todo lo que quieras ver.

Esto es el desierto, es verdad,

Pero aun aquí somos indígenas.

Contemplaciones II

Contemplaciones II

(Sordera historiográfica)


(…) Hay voces Si hay escritura es porque antes hubo lenguaje,
Pero, qué, cuando que ya éste en su aparecer, aparece, ¿aparece como qué?


Sin sonido no hay signo escrito, es cierto, pero ¿alguien ha pensado la normalización al sonido que la palabra escrita dis-pone e im-pone? Las lenguas modernas se levantan como impuestos al juego del alma del viento. Como imperio de la verdad, ¡Un terco occidente a mi derecha cuando yo creo en las tierras del sur!

Y es que hay vientos y vientos para pensar, para ser sido. Claro, lo que se requiere es un pensamiento de medio-sol. Un pensamiento que mire la luz de las estrellas detrás del heliotropo. Que nos sepa dar la clave del viento de sus pasos a nuestro alrededor.
La respuesta al llamado de lo eterno.


Y es que no he encontrado nada peor que el heliocentrismo.


La palabra escrita para el cristianismo primitivo y medieval no puede ser sino un demonio, la versión oscura de la eternidad. ¿Cómo si no, explicar la así creación del todo pero no también la creación del texto?
Que así como el texto olvida el relato del comienzo antes del tiempo, antes del ser (abismo( una pregunta podría ser sido: ¿Cuántas cosas esconden la escritura sin nombrarla, sin decirla?, es decir, ¿cuántos barcos recuerdan el puerto de su partida? ¿La mano y la voz del tiempo que los creó?
Ante tal hecho, respecto al mundo, no se trata del construirlo, más bien se trata del diseñarlo, del diseño del mundo, el emplazarlo a la disposición técnica del ser al haber el diseño configurado el espacio de su existencia desde las instancias del deseo.

Cada una de nuestras letras, marcas y emblemas de la antigua cantera,
Sin voz y sin recibos, cada una de ellas, de su posición original. El silencio.

Sin las marcas, por ejemplo, no se desarrolla jamás la geometría, que la única manera de comprender el espacio es en el hito del uno-mismo colocando una piedra para la posteridad, una huella en la roca, un espacio en la verdad, el siempre sido.
De la tierra al mundo; recién una marca aquí y todo el rostro se difumina en proporciones, siluetas y en emociones. La alteridad fenoménica de una caída, de un fuego robado, de una condena eterna al fuego, a la carne, al suplicio. Una isla emerge así, es la idea de una matemática anamnésica de la propiedad y la disposición del signo. El punto de encuentro entre el hombre y el animal.
Lo depotenciado en el recuerdo pero siempre útil al utilizar.


Nietzsche hablaba de las islas afortunadas, las que vendrían a emerger ante otro sol, ante otros signos del sol al amanecer. Escribir y pensar en la costa de Italia seguramente te da mucho qué pensar sobre la costa y el sol.


Guardé todo el calor de la tarde en una palabra dicha al oído, escuchada en toda la piel.

Vi el rostro del amor en el reflejo del desdén,
vi a Dios en mi mismo,
vi sus actos en cada quien.

Ahora cabalga sólo, en silencio, en marcha de cada palabra, de cada hecho.


La filosofía no se encarga de transformar al mundo, tampoco de conocerlo, se encarga de amar el placer del oscuro secreto. Lo que la piel no puede nombrar y se llama cuchillo.
Desde ahí viene la forma, la sabiduría. Es la sátira del pensamiento y la tragedia de su voz.
Es también el ladrido de un perro.


Hemos renunciado a lo más propio de sí mismo. Mi piel.


En cuchillo suena la alteridad. El otro, mí siempre asesino. La difusión del ser en sí mismo.
Nosotros no somos así, en nosotros siempre somos nosotros mismos,
De aquí en veinte siglos, la muerte por placer.

La voz de Hegel

Toda la fenomenología del espíritu, la ciencia de la experiencia de la conciencia,
podríase llamar Hegel por Hegel.

Hegel leyendo lo que Hegel escribió el día anterior, lo escrito hace veinte años.

¡Qué más necesita uno mismo para agarrarse un ritmo estrepitoso y trepidante al pensar,
al pensarse,
al escribirse sólo a él y a él mismo!

Claro, esto te da una habilidad para hablar casi inaprensible, in-valuable. Alguien sabe, por ejemplo, ¿qué demonios quiero decir? Ja! ¿Yo mismo? ¿Tú, mi exegeta? Los demonios juegan duro a su propio durar. A su antigua permanencia, siempre indígenas en lo indigente.

Asi es la voz de Hegel. El ángel sordo de la historia.

lunes, 4 de abril de 2011

Es tan fácil,

(...) se trata de capitalizar los capitales del capital.

Del brillo del cuchillo a la carne, de la carne a la palabra, de la palabra al viento y del viento a la carne de la palabra “muerto”, “asesino”. Vouala! la estructura estructurándose en tu vanidad. La palabra sangre, muerte, cuchillo. Palabras fundamentales, como huella ecológica, como clonación humana, como hombre, como naturaleza. Como elemental.


Fundamentos de lo elemental.

Elementos del fundamento.

Fundación y creación poética.

La carne en una mano y el cuchillo en una voz.



Sangre de la palabra.

Estructuración de las estructuras.

Formación de las formas.

Elementos de lo elemental.

Fundamentos de lo fundamental.

Eh ahí un poema.

Eh ahí el silencio al terminar.

Entonces viene la voz, el canto y el relato,

El texto y el concreto,

La poesía y lo real.

domingo, 3 de abril de 2011

La revelación de lo oscuro

Razones de la locura,
Aroma de la vid,
Hijos del trigo, del cereal.


Sin saber del barco
Nos lanzamos a la mar,
Flotamos entre los hermanos agotados.


Como la risa, calla la tarde los motivos de tu dolor,
De su luz entre tus labios, de tu silencio antes de morir,
Antes de haber muerto entre los sueños de domingo.


Esta palabra es la misma una y otra vez.


Antes aprende a cantar el llanto,
Que después viene el verano,
y ahora sí, no hay atrás.


Conocí la carne que me dio el verso,
Me dijo “sufre, hazte poeta en tu sangre,
Hazme poema esta tarde,
Muérete antes de morir”.


Este verso es el mismo una y otra vez.


Este poema es él mismo.

Antes era, dices

Un aliento de mar alcohólico,
Lejos de ti, lejos del susurro secreto,
De tus botellas vacías,
De las páginas y páginas de tu verdad.

Afuera está la costa y está el mar,
Afuera estás tú, más allá de esta costa.

Que calle otra vez

Traman sobre cada piedra su terco sonido,
Su sangre que danza su drama;
Su noche sin cielo en esta prisión,
En esta cadena,
En este precipicio del saber,
En este calabozo de vanidades y artificios,
En esta nada.

Hombre

Todas tus iniquidades me han sido,
Soy tu mano y tu cuchillo,
Soy tu espalda fisurada,
Soy la muerte del si mismo,
Tú,
Mi hermano,
Yo,
Tú mismo,
Sangre,
Poeta, poesía, poema.

El rumor de las piedras

La tarde, la noche, la vida, el calor de la tarde, el calor de la noche, el calor de la vida,
El agua en el calor de la tarde, el agua en el calor en la noche, el agua en el calor de la vida,
Nadie toca la voz, nadie toca el tiempo, nadie toca el silencio, nadie toca el ir y venir de cada palabra repetida,

Nadie, repetida palabra, cada devenir e ir le toca, silencio, él toca nadie, tiempo él toca nadie. Vox, la toca nadie.
Nadie la toca,
Nadie.

Abajo caen las palabras,
Luego es tarde para el rumor de las cascadas.

Monumento de la luz

Un Nilo,
Un ente, el ser, un ente,
Ser ahí al filo del cuchillo,
La mente o el ir y venir de lo uno y lo mismo,
Barrancos y montañas,
el ir y venir del eterno castigo,
ser carne que puede ser más.

Ser más ella misma, en sí, consigo,
Una mano que toca la mano,
Una mano que penetra a las demás,
Una mano que abduce el tiempo,
Una mano que es la eternidad.

Un ente, el ser, un ente,
Espejo y espejo
Espejo y el fondo que nos ignora igual,
El vértice o el principio,
El ángulo o el final.

Esfera total del instante en su propia re-fracción.
He ahí el tiempo, al fondo del cristal,
Oscuro,
con su rostro pegado al lado frío de la pared,
del cristal.

sábado, 2 de abril de 2011

El mundo de papel

$

Papel tendido en tu boca,
Papel tendido en la piel,
Un solo objeto
todo lo que ves,

Hasta ahí llega nuestro mundo.


%

El individuo también es instrumento
¿A quién crees servir?
¿Quién nos está ayudando?
¿Quién se desayuna a aquél?


&

Interpreto, interpreto en mi piel,
Pero la boca es de poeta,
¿Qué interpretará cuando ve?
¿Cuando su boca te toca ?
¿Cuándo sus labios son tu piel?


/

Enredemos algunas palabras en el murmullo de la tarde,
Sólo para quedarnos quietos y ver qué instante
Podríamos atrapar,
Podríamos tener.
Mariposas sin ser vistos,
Sin ser recordados por cada sonido reintegrado al ser,
Al tiempo, a la selva del secreto,
A cada cuerpo que no dejó su huella en tu boca.


@

En la casa del amor,
Otro sueño que puedas soñar,
Otra manera de vivir,


+

No soy él.
Somos asesinos.




Un camino de piedras que no eran piedras,
Aún eran un templo,
“Estuve aquí”
y pusiste tu nombre en el templo.

Volver a nacer

Vi el mundo y tenía tus ojos,
Vi mi mundo y tenía tu piel,
Vi mi pasdo en tu rostro,
Vi el silencio en lo que es.

Orión y la estrella del Sur

Como pasa el cielo sin tu mirada,
Así han caminado los siglos sin ti.
¿Sabes a dónde habrán ido
una vez
estemos muertos?

Aquí, seguirán sin nuestro cuerpo.

Hoy es hoy, pero mañana dura el viento,
El soplo de una eternidad errante.

Me dedico a crear divergencias

XV.CII

Vinieron de todas partes a tomar del cuerpo del señor,
Nadie dijo su nombre. El señor sonrió.


XXVII.II

Ver el mundo con tus ojos,
Los mios sin ser yo,
Tú quién leerás mis pasos,
Aún te llamaras Yo.


XXXIV.XCI

Diversos horizontes del plexo de mi carne,
Las manadas que se fugaron del sur,
La carne que en oscuro llama,
La carne que en secreto he llamado yo.


LXIX.C

Soy sin ser mi secreto,
Soy aquí, sin sentido,
Sin mi tiempo o el que habrá de venir.


Zero

Aún me escuchas confundida en la noche,
Aún tu carne fue mi piel,
Aún tu palabra fue mi secreto,
Aún tu nombre lo inventé.

viernes, 1 de abril de 2011

Rostros, ninguno me es desconocido
Pero todos son extraños,
Ninguno es el mío,
El de todos es el que es.

Suyo ¿Todos se ignoran igual que Yo?

Algunos, unos, Legión.

Extraños,

No soy Yo.

Yo soy no,

Extraños.

Legión, unos, algunos.

¿Yo que igual ignóranse todos? Suyo.
Es que él es de todos él,
Mío él es ninguno,
Extraños son todos pero
Desconocido esme ninguno, Rostros.
Antiguas tierras olvidadas de sí mismo,
Sin pasos, sin reflejo,
La luna sepultada en el horno del sol,
La estrella,
Que alumbra la noche,
Que vislumbra la sangre,
Que busca la escalinata esta tarde,
Que barre con tus sueños de aurora
Todas las tardes, esta nada.

“Camino,
El abrigo de la muerte,
Hemos dejado atrás al cielo.”


Sangre que no deja de correr [recorrer tu espina]
Por su espada, su cuchillo,
Su pedernal,
Su bayoneta o su bisturí,
Su bomba, su maldita bomba,
En el desierto, en la selva
En el hogar del amigo
En la casa paterna
En el jardín del enemigo.

Ahí estás
En todos y en ninguno,
Estás sin ser sido,
Simple recuerdo,
Momento,
Eternidad.
Insisto mi existir,
Mi nunca sido,
Iterante,
Aterido,
Del horizonte de mi nombre,
Mi paz,
Del horno de tu sepulcro,
De mi palabra sin aire,
De mi aire sin espejo,
De mi espejo en lo etéreo
Ya sin nada qué reflejar.

Aún así quiebro el espejo con tu lenguaje

Ya sin nada por ser dicho

¿Quieres me ponga a contar?

Dije A,

Dije B,

Dije C, D, E, F,
H, I,
J, K.

Dije L,
M,
N, Ñ,
O, P, Q.

Dije R,
S, T,
U, V,

Dije W.

Dije X, Y, Z.

Dije Z otra vez
Sin haber sido dicho
Aquí, escrito en la pared.

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