miércoles, 28 de julio de 2010

Eliot

Eliot:
Una gran sensibilidad
sostenida en muletas,
de símbolos, ignorancia
y silencios.

[Incluso cuando sé,
que me arrepentiré de estos versos]

Incendio

Se llama tu piel,
lo llamé ignorancia y deseo.
Se llama tu piel
y enciende el cielo
de siluetas naranja tornasol,
de piedras y gargantas
que en aullido convocan
mil bestias de la noche
en tu rededor,
en fogatas de desierto y llanura,
en tu piel que es regalo para dos.

Caes

Caes
A cortar el abismo
A lacerar los vientos
A ser azote del tiempo

Caes
En tu cuerpo ágil
De pluma y augurio
De sonrisa de horizonte sacro

Caes
en tus descensos alados

De sueño y letras

Soñé mil veces
las auroras de tu piel
en mis rocas.
Soñé mil veces
tus ojos de abismo
envistiendo todas mis letras.

Hoy estás aquí
[entre los misterios
de la luna y sus entrañas]
como la promesa de un poeta,
como el brillo de un bosque de estrellas.

Pavimento estelar

Horroroso, doloroso, sublime y nefasto,
el rostro del ángel me convoca
para susurrarme todos los pasos,
nombres de siluetas
y las estrellas sin nombre,
que señalan en cada aleteo
el tránsito de todas las decepciones.

Luces, tinieblas y la invocación de mil letras,
signos expósitos aun carentes
de la voz de mil poetas.

¡Y Yo no puedo oírlo!
¡No puedo seguir los rostros!
El ángel llora y me muestra sus pasos.
¡Pero Yo no veo más que estrellas!
¡Yo no veo más que mi nombre perdido en piedras!
Las mismas que laceran el cielo,
las que siegan mis oídos,
las que silencian mis palabras,
las que detonan recuerdos falsos.

Tú que todo lo conviertes en provecho,
aún con mis maldiciones...
con mis maldiciones te bendigo.

viernes, 23 de julio de 2010

Los nómadas del Estado

I
Pueblo de campesinos, todos muertos,
sin tierra, sin pasado, sin futuro,
sin nación.
Sin la llama que llama el tiempo,
de los tránsitos, de las proporciones,
de los lances sin estación
que palpitan desde el campo,
para erigir mundo
para erigir ciudad.

País de los sin tierra, sin llamada,
de los que desconocen el sudor
y agobio de los ojos del caos,
sin señal de las espadas
en su furia e irritación.

Tiempo del rayo que coloca su sierpe
en la muralla del destino,
para llamar a sus hijos hijo,
escudo sin resolución,

ausente, sin el calor del agua,
que resguarda el aliento,
sin el resguardo del fruto
que emerge de la boca abismo,
sin saber de castigo o pérdida,
pues que desconoce la tierra,
país ignorado por su tierra.

II

La semilla en la arena,
plantada,
donde nada germina,
donde nada sangra.
Sangre de cursos y de grietas,
de la paz establecida
en consuno ritmo
de la barbarie y la ganancia.

La tierra no lo hace,
la tierra no lo hará.
Es la más terrible máquina
Pensar que emergerá una mañana,
la más amplia infamia
la máquina de que un día lo hará.

martes, 20 de julio de 2010

Fiesta nacional

Silencios las voces
del martillo y la lanza,
de los rostros que se engastan
para susurrar deseos
una y otra vez repetidos,
esenciados del vacío
en un silencio que olvidó
sus propios huecos

rellenos de frutas y mil colores,
donde el pueblo hace fiesta
por lo nunca sabido
y nunca puesto en alianza,
en juego de apuesta con himno
de susurro, soledad
y alabanza.

Me gusta ser cascada

Me gusta ser cascada,
palabra que se abisma
de sus propias ropas desgastadas,
de las leyes impúdicas
que racionan la palabra a su tacto,
del contacto de la piel y de la nada.
De su vanidad.
Cascada que espeja su voz,
de la voz que desviste sus abismos,
buscando el frutarse de las cosas,
tus labios y no sonrisa fingida
que llama en llamas,
celosa de sus propias sombras,
de sus propias rutas,
de sus propios goznes
y relinches de seda.
Me gusta ser cascada.

lunes, 19 de julio de 2010

Jugar la noche

Jugamos un rato
a la noche y sus grillos,
las hojas que leímos
al viento de los pasos
de una tormenta
entre los surcos
de los nuevos grillos.

Mitos de estrellas y silencio
cada rostro la muerte tal héroe,
cada héroe el susurro
de los pasos en el bosque,
donde nuestros pasos nos aguardan
sólo un instante, sin final,
sin la noche.

Silencio en cada barranco del ser,
silencios en el vuelo
de una o dos palabras inmortales,
incausadas, sin obsesos,
nunca dichas y exóticas,
de toda desventura ascética
y moral.

Suspención

Lenta gravita
la piedra al instante,
la hoja y la llama que marcan
el paso orbital.
Silencios de galaxias abandonadas
en la lenta ignorancia
de su ritmo sin rostro.
Un fuego primordial carente de dueño,
sin aliento vital,
sin la llama que forma el evento
de su propio girar.

La conquista

De piedra tus ojos,
de piedra tu rostro,
de piedra tus manos,
de piedra tus brazos,
de piedra la boca,
los labios, los dedos.
De piedra tu vientre,
de piedra tus muslos,
de piedra tu nuca,
de piedra tus piernas,
de piel,
de piel tu piedra,
y de piel tu sombra.
La mitad de tu sombra era del sol.
La otra mitad era mía.
Sin percatarnos de tu sonrisa,
se escapó montada en una ola.

De decir tierra

Quiero un viento que sea viento
y no alegoría.
De decir piel, que la palabra
sea piel y no palabra.
De decir palabra no quiero gramática,
quiero la voz que retumba
y orada la nada, la tinta,
y lo hace tierra.
De decir tierra…

(un dios que me ampare
y me diga nada)

domingo, 18 de julio de 2010

Otras playas y sitios extraños

Recuerdos inexistentes, momentos, fantasmas e historias. El pago, un paso y el lagarto se abalanzan, se arrojan y te arroja sus dientes, tus garras, te desentiendes. Entonces gritas y después tratas de explicarlo. Sigues sentada en frente y sólo me pregunto “¿Cómo todo se hizo imposible?” Era más fácil lamer mis codos que volver a lamer los tuyos.


¿Recuerdas la noche en que fuiste mía? Abrimos las ventanas y te vaporizaste al primer soplo del tiempo... Pudo ser peor, pudiste ser concreta. No habríamos soportado la predicación de nuestros anhelos.


Las cosas que pasan
Todo el mundo tiene un punto de quiebre, y yo iba a encontrar el suyo.
Las cosas que pasan, ¿sabes? Me dijo. Vi a Antonio y pues… pasaron cosas.
Sí, siempre eran las cosas. En una ocasión ella escribió un cuento. Era sobre cosas. Luego escribió otro cuento, era sobre mis cosas. Después no escribió nada bdurante más de un año. Fue mucho más tiempo. No es que no lo intentara, tenía problemas. El cuento que escribió para mí no lo pudo hacer sola. No fue un detalle. Era todo pero ni me halagó… es que lo escribió en conjunto con el otro tipo con el que se veía al tiempo que se veía conmigo. Con tres ojos no hay cíclopes.
Ella era la excepción, se metió igual que todos a letras. Estaba convencida de que era el mejor paso para convertirse en escritora. A finales de cuarto semestre tomó una decisión… su pluma o su carrera.
No sé, creo que eligió bien.


En el amor el tiempo no es cronológico. Pero en tus labios más bien resulta crónico...


Mis sombras favoritas, son las de los aviones... aunque hoy divisé una de mariposa qué bueno.


Esas palabras


Cuando las mujeres se van lo que resta es la poesía, su poesía.


Lo leíste y creíste que eran tus labios, pero tal vez lo sean, pero tal vez sólo lo sabremos cuando estés muerta. ¿Me dejarás amarte desde tus letras? ¿Podré abrir tus piernas y encontrarte llena de palabras hermosas e inexistentes? Sí, esas que sólo tú sabes decir


Libertad es sólo una palabra. Si no puedes soportar el peso del aliento de la poesía no malgastes la ligereza de la palabra.


Ahí no está tu vida ni tu alma, ahí no está tu vida ni tu cuerpo, ahí no están tus sueños ni tu nombre. ¿Hace cuánto tiempo que nos perdimos por completo?


Me siento crudo y destruido, como un pollito hecho jirones sin siquiera haber sido cocido.


Me perdí en la playa al buscar un grano de arena que regalarte. Cuando lo encontré, ya te habías ido.


– Soy un tigre – dijiste y acariciabas tus caderas. – ¿Haz pensado en hacer poesía? – No. Sólo soy un tigre


– Quisiera estar perdidamente enamorado de ti. – ¿Y no lo estas? – Preguntas con esa sonrisa tan tuya, tan maliciosa. – No. Para estar perdido se requiere de un lugar a dónde querer ir.


Silencio... ¿son tus ideas o tus piernas las que no te dejan en paz?, ¿las que buscan una palabra pero sólo se encuentran a ellas mismas?


Destrocé en jirones tu cuerpo al querer tocar tu alma. Terminé por saber que siempre fue mía. Comprendí que ahora no tenía nada.
Simplemente reíste, y yo no supe si fue por locura o por tristeza... Seguramente era otra cosa.


Intempestivo, que está fuera de tiempo y razón.
Intemperie, la destemplanza o desigualdad del tiempo.
Intemperancia, cualidad de intemperado.
Intemperado, inmoderado, excesivo.
El temple.


Pasamos una alegre tarde, hablando de cómo podríamos matarnos.
Toda la noche nos amamos, pero al final fue triste, no nos matamos.

sábado, 17 de julio de 2010

Lo que se calla

¿Y por qué el silencio tendría que ser vacio?
¿Y si no se pudiera llenar porque no tiene espacios?

Tal vez los espacios sean simplemente lo que habita de tus pupilas.
Tal vez tus ojos sean lo que calla mi vida.
Tal vez mi vida sea lo que habita entre dos miradas.
Tal vez dos miradas sean el abismo que te llama.

(Tal vez la sangre que te recorre la mirada
y la llama que te sangra)

Mi muerte, luego entonces, dos instantes de la misma palabra.

lunes, 12 de julio de 2010

Las palabras se llaman, unas a otras, se saben todos tus nombres, han acariciado todos tus rostros y todas tus voces. Se comunican dónde está la gracia y emprenden juntas el tránsito, la cabalgata hasta donde se encuentra el páramo anunciado por un alma. Puede ser las letras que se agolpan en tus ojos ante un libro o una pantalla. Pueden ser las contracciones nerviosas de tus dedos sobre el teclado o al sostener una pluma febril y temblorosa. Pueden estar dormidas en la punta de tu lengua en larga fila por tu garganta hasta tu estómago y tus entrañas. Y es que justo pueden estar dormidas porque han estado baile que baile en tu corazón, palpitando por un abismo, por lo desconocido. Sí, el corazón también dice, también escribe y escucha, también lee y se desgarra con ciertas palabras que sólo él conoce. Que solo él puede des-conocer e ignorar (Me gusta esta palabra, es como muy incendiaria).

martes, 6 de julio de 2010

Polen de la muerte

I

Existe la carne y la putrefacción,
después de ahí el llanto,
la angustia y la desesperación.
La ilusión de un no fin
que prolongue los silencios
entre cielos y cometas.
Reverbera entonces el grito
que aullido de la carne magra
reclama la fijación de su esponja temporal:
la pluma y el escriba,
la piedra y el artista,
que en el curso de las aves
quiere ver transpuesto
del sonido ingenuo
su muerte dolorosa,
de nada. De la música del alma.
Muerte dolorosa, rosa,
sonrojada primera virgen
que reclama la carne, la muerte, la redención,
de ahora recién, el alma.

Creada en el instante de fijación
de la piedra tañida por un poeta transnochado,
del escrito que rompe el arrecife
y en la desesperación inscribe
como ley su propia desesperación.
Silencio, y la tierra fue creada,
silencio y del caos se elevan las olas,
un silbido y después a la sazón de la palabra
el mundo de la tierra fue ejecutado.
No hay cabezas, era la más tierna indigencia
en el asesinato de un hermano.

[Las piedras se montan una sobre otra,
confrontan al cielo que soñaron,
redimen el abismo de donde fueron tierra,
y después todos danzamos su preciosa danza.]

Oh Señor de la plena ignorancia,
concédeme aniquilar mis desvelos
en todas tus respuestas
de escrito y piedra.

Que un día derribaremos
tus píes fundidos en el lodo.
Que un día la palabra será evento
donde el ser transponga tu vanidad,
espejo donde el hombre vio su signo,
vio su más tierna indigencia como soledad
de tu más cínica sonrisa.


II

Explorador del límite,
que más allá del silencio
descubres que aúlla el cristal
–cruel verdad del lenguaje aterido
a su propia magia,
a su propio origen defenestrado,
que de las olas y las piedras
extrajo durante eones repetido
la masa, tierna esencia
de lo siempre sabido como dolor
de la muerte, del llanto asesino –,
dime una palabra que no sangre
al silencio y todos sus mistéricos desiertos.
Tú, explorador del límite,
¡Responde!
¿Quién quiebra el cristal?


III

Confección de los entes
en el clamor de la derrota,
la desbandada de los dioses
y las aves silentes que cantaban
la música de las furias y las ferias:
ojos del lenguaje que fija las piedras
en la sombra del cristal,
que aúlla sólida presencia.


IV

Muerte sin fin
en el precipicio de las hojas
que se llaman al lenguaje.
Que quema sus propias olas,
elipses y del vaso hacemos botella.
Silencio y las bestias se pliegan,
se repliegan en la convocatoria
de todas las formas.
Espíritu taxonómico que angustia
las costas, las llama, las sulfura
y les imprime el signo
de todas las derrotas, del saber,
que de mi mano se provoca toda muerte,
toda vida. Ahora soy hombre.
Del saber que con este puto lenguaje
mato mil mariposas en cada ay
del dolorido pecho del escribiente,
del vientre acalorado y soberbio,
anhelante de las rocas fundidas y su aliento.


V

Rosas, rosas y más rosas.
Un gran campo de ellas,
en el entrecejo de la nada,
en tu entrepierna enterradas,
donde todo
¡Todo he dicho!
no sea sino rosas.


VI

Dulces cadáveres de mariposas,
alas de silencio que transportaron
el polen de la muerte,
sembrador de silencios,
¿Cuándo podremos beber tus rocas?
¿Cuándo de las llamas que del aire
vino hacias
podremos bailar el abismo?

lunes, 5 de julio de 2010

La misma canción

Plena e ingesta,
la era llena de semidioses,
todos huecos,
todos banales,
incesantes repitiendo
la misma canción.

No quiero más lirismos en mi vida,
me dije.
Pero mi lamento…
mi lamento era la misma canción.

Visión de visiones

Susurraste mi nombre,
lleno de Cibeles
y de pistones.
Rostros, autopistas
y el rastro de tu piel
en los cráteres del tiempo
entre piernas y cintas,
Visión de visiones.

Vi mil ojos que vieron la noche,
cada noche era enojo,
cada noche la violaba la intuición.
Y de su ojo la noche era el mirar,
estrellas que colapsaron al párpado,
párpado sintético de la noche
ausente del sol.

Y el sol, como el ojo,
que miraba la viga de su ocaso,
del párpado metálico
integrado a la máquina veloz,
me advirtió:
“Del block del quedarse posado
consigo en la noche
del murmuro de su voz,
repitiendo tu nombre,
apisonado, vertical,
contigo de umbral transpuesto.”

Qué triste haber roto
la expectativa de que un día
nos íbamos a conocer.

La Historia

Antes vivíamos así, ¿quiénes?, ¿los muertos?
Son traiciones sobre traiciones, a otras,
la peor es la de asumirnos como derrota.

Yo quiero morir entre tu pecho
Y saber nada de cielos y estrellas.

domingo, 4 de julio de 2010

El grito

Un volcán llama y da su fuego,
de lo oscuro la roca se quiebra.
El tiempo cruje en cada alarido,
en la roca que revienta el alma.

viernes, 2 de julio de 2010

Déjame te hablo del olvido

Durante milenios comíamos los astros en la tierra,
para descubrir de la sombra de las piedras,
las siluetas arcanas de nuestros dioses.

Después olvidamos los nombres,
y las piedras fueron la primera poesía
hecha del hombre, para el hombre.

Después nos perdimos en la mar,
pero los astros de nuevo fueron guía,
y a su fulgor, encontrados en la noche,
aprendimos a nadar hasta tus piernas.

Siglos, el tiempo transcurrió, temperante
y lento, lacerando los recuerdos de nuestra piel,
olvidando cómo seguir las velas. Entonces,
no quisimos saber nada más del cielo.

Así llegamos al desierto, pero, ¿sabes?
en el desierto también hay estrellas.

Posees mi alma

Posees mi alma, posees mi rostro,
posees
todos mis anhelos antes de haber nacido
entre tus tierras y dominios,
tú, gran señor de la hipocresía.
Leviatán silente, omnipresente,
que en tu orden de derecho
consumes todas mis lunas,
las cuentas y después de mi despojo
eriges tu dedo de deidad, inefable, intransigente.

Muerete de mis pasos y de mis versos,
muerete de mis sueños y proyectos.
Muereme de tu silencio,
de las iniquidades de tus rostros,
de las abominaciones de todos
tus actos y apropiaciones.
¡Falaz! Demonio escriba,
quema tus documentos
y redime tus acciones.
¡Falaz! Relata las iniquidades
y redime a mis hermanos.

No. Tú nunca harás eso.
Eres. No das justicia
más allá de tu mano.
Eres la única razón
que aceptas como Estado.

Libertad. No. Nunca harás eso.
Te multiplicas en mil monitores,
en mil inversores del evento,
que dicen el Hecho,
que refundan tus iniquidades
y suprimen el lamento.

Asesinas a mis hermanos
y los llamas criminales.

Tus rostros se abrazan
y en cada hijo siembras tu bandera.
Te llamas nación, pero sólo
alumbras tu provecho.

Te llamas Justicia, pero
eres violencia cobarde y legitimada.
Te llamas Héroe, pero
eres legión de escribas que sintetizan
en Historia el lacerar
las espaldas a los rebeldes y traidores.
La llamas Realidad, pero es tu violencia.

Te escondes en Villanos,
pero en cada uno de tus dientes,
monstruo voraz, hay algo peor que palabra.
Está la Verdad, la Belleza, la Justicia,
todo tu tropel de metafísico tribunal.
Sólo es habla lo que dices,
lo que oscuras del lenguaje.
Y del color de las rosas
nadie supo, sólo estúpidos poetas
que no entraron a tu servicio,
que se quemaron en buscar piel,
sí, incluso en tus actos.

Y aún de mi muerte querrás ser dueño.
Pero desde el silencio podré decirte No.
Tirano, el tiempo es mió,
mi amante es otra tierra.
La Tierra a la que pertenezco.

Maestro del viento

En ocasiones me destruyes al leerte,
en otras surcas una sonrisa en mi pecho,
y entonces, en ambas, quisiera tenerte,
verte, ponerme a tus pies maestro del viento.
Aprender de ti a imaginar el plexo,
a separar las luces de los ocasos.
componer versos encontrados,
que como amantes que se pierden del otro,
en la vejez del alma, esperan en el fondo
de la angustia dejar de pensar en el futuro
o en el contacto de su piel que ya es ninguno.
Imágenes contrapuestas que sólo
hablan de su signo y de su templo,
de la presencia lacerada por un pequeño diablillo
de ingenio y disgregación.

Instante

Todo su instante ostenta
la extrañeza de lo puntual.
Misteriosamente mortal,
ajeno y arrastrado.

Como si las estrellas la prefiguraran,
y le signaran las piedras de su tránsito,
como si los vientos la anhelaran
y le hubiera soplado siglos de arrebato.

Su instante, divino, radiante,
en meditación ante el retrato,
requería horas de elaboración paciente,
anhelando ser ella misma derroche nefasto:

Con sus pasos, la fuerza del rayo,
que fulmina y desata al aire ignoto,
corazón de la urbe milenaria que notó
nacer los rumbos de todos los caballos.

Altiva, displicente, ella misma ahora el cielo
con su mirada perdida a un horizonte
nunca más allá del próximo amante desdeñado.
Lo ví, eran tus ojos la piel del instante.

Pues que se te arrebate querido hermano.
Ya los vientos son sierpes,
que de no callar el alma a tiempo
laceran el alma y se meten entre los dientes.

Sucumbimos a su encanto, asfixiados,
y no todos contamos con la venia del maestro
ancestral para recibir su enérgico consejo
desde lo más hondo de sus miedos:
otra mujer que lo dejó tatuado.

Hombre

Lo que conoce desconoce de la noche
y sus constituciones de torrente,
insensibles, violentas e innatas.

Lo que conoce se gasta su tiempo
en resultados, en pruebas y errores,
en destruir la palabra de los ancestros,
en terminar por encantar el tiempo,
en encadenar la tierra.

Lo que conoce se desgasta en sus discursos,
fija la retina y captura mariposas por las selvas.
Tira las selvas y construye ciudades.
Después, las mariposas fueron rebeldes,
"¡Había que silenciarlas a todas!", se dice.

Lo que conoce desconoce sus propios vientos.
Se llama ciencia y se resguarda en sus torreones
de violencia analítica y metódica aniquilación.
La llama verdad despliega las instituciones
que determinan quién es quien,
a quién se le corta la cabeza.
Y todo posee la más fría eficacia
de la más fría lógica. Sólo eso es Fuego,
sólo eso es Lenguaje.

Lo que conoce no conoce ni conocerá.
Lo que conoce se llama Hombre.
Habrá que destruir al famoso Hombre.

jueves, 1 de julio de 2010

Poeta

Un poeta no es un hombre.
Un poeta es poeta o nada,
siempre en el abismo del ser.

Para qué quiere humanidad
Si tiene a sus dioses,
Para qué quiere humanidad
si los tiene Muertos o distantes.
Inexistentes, sí,
pero los tiene, le sostienen.

Él quiere a sus poetas,
Pasados y futuros que lo llaman,
lo habitan.
Lo muerden, lo laceran
o lo destruyen. Lo horadan.
Lo incendian en sus letras,
le dan la piel que amaba.

Si se muere es sólo su tiempo.
No el tiempo del cometa que centellea
en el iris de quien lo lea, lo escuche,
le otorge su sangre y le dé su gracia.

Byron, Rimbaud, Baudelaire y
el divino Píndaro. Mis amados
trágicos Sófocles y Esquilo.
Maestro Yeats, Adonai Hölderlin
y mi sangre derramada García Lorca
por el suelo ingrato de la patria
reaccionaria.

Mis queridos maestros,
Mis queridos ancianos, estoy a sus pies.
Permítanme ser poeta,
Permítanme tener un alma.
¡Permitanme decir No y ser rebelde!
Incluso cuando sólo sea su ceniza.
Incluso cuando sólo sea su escupitajo.
O incluso cuando sólo sea el engendro
de ser sido engendrado en un vientre ajeno
a sus amores más cercanos.

Breve diálogo

Ella

Ansío la noche de la roca,
donde puede aniquilar mis más queridas verdades.
Donde siembres mis rosas sin saber
que un día pasé por todas tus almas de derrota.
Sin saber que en tu rostro los soles
alumbrarán otro tiempo. Otro instante.

Aquí, mientras tanto
la carne se inflama y te llama,
la carne se inflama y no eres.
Quiero tu palabra de abismo,
de desolación, quiero tu palabra
de angustia con el ser entre los dos.


Él

Así la voz es despliegue.
Pero banal y habladurías
que no es carne si no es en ti.
¿Entonces?


Ella

Mi muerte no lo tolera,
Esos a quienes obedezco no son mis dueños,
Esos a quienes obedezco son mis siervos.
No obedezco a nadie,
vivo desolada de mi furia y mi rencor.
De mi angustia, de mi desolación.


Él

Suprema caricia de tu mano descastada,
las flores las arrancas con tanta furia,
con tanta gracia.
La noche cobija tu espanto,
el de descubrir a tu lado el cuerpo
de un ser amado.
Pero sólo de tu mano conoces los versos,
sólo de tu mano estas dispuesta a firmarlos.
Cielos e infiernos de tus poesías,
de tus alientos de goce, enfrentada
de tu mano al cielo y al infierno de derroche.

¿Callas? Bien.
Pues seremos hermanos del mismo rencor,
de la misma saliva.
Cada quien con su mano,
siendo espía de los derroteros
donde ángeles y demonios se burlan
de todos nuestros llantos.


Ella

¿La crueldad es moneda corriente entre tus versos?
Parece que tu beneficio fuera la soberbia.


Él

Si soy joven ¿por qué mis dichos no habrían
de ser arrogantes y precipitados?
La crueldad es espejo de tu rostro y el mío.
Deja que mis puños ancianos resanen,
a su tiempo si llega, todos mis crímenes
y desplantes, que, de hecho, no es ese
el motivo de este ensayo.

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