miércoles, 28 de julio de 2010

Pavimento estelar

Horroroso, doloroso, sublime y nefasto,
el rostro del ángel me convoca
para susurrarme todos los pasos,
nombres de siluetas
y las estrellas sin nombre,
que señalan en cada aleteo
el tránsito de todas las decepciones.

Luces, tinieblas y la invocación de mil letras,
signos expósitos aun carentes
de la voz de mil poetas.

¡Y Yo no puedo oírlo!
¡No puedo seguir los rostros!
El ángel llora y me muestra sus pasos.
¡Pero Yo no veo más que estrellas!
¡Yo no veo más que mi nombre perdido en piedras!
Las mismas que laceran el cielo,
las que siegan mis oídos,
las que silencian mis palabras,
las que detonan recuerdos falsos.

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