Detonamos,
en uno o dos pasos,
la palabra que adormecida reposa en el campo,
que dibuja a su tempestad contenida
las huellas del no-nombre
entre las espigas del trigo silvestre,
que juega hoy el no-canto de lo que acontece
y sólo yace para oír de nuevo el canto
de lo que no se preservó
de lo que no acontece,
vaciada de signos sin dios.
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