I
Tras píe,
humo blanco,
blanco de la huella
y barro del relato,
torpe canto del zapato herido
que lo brilla,
que todo lo devora para caminar juntos,
descalzos, ahí;
te arrebataste
una vez más en pos de la alborada.
II
La piedra que anochezco
yace vuelta ascura y olvidada de su dónde y dónde,
girante eterna y desplazada.
Corre al reencuentro, el sol,
del fuego y la nada
en tu pecho,
en tu peculiar sonrisa.
III
Me escuro en gravedad
a la silueta de tus pliegos destemplados,
evanescentes,
fríamente aplacados
entre dura pose y terca vanidad:
El amor que lo acontece no conoce.
Anochece sobre las piedras y aunque no conozcamos el amor, sabemos que acontece en la gravedad del fuego o en la evanescencia de la nada. Besos Fede
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