viernes, 20 de agosto de 2010

Fuera de tiempo

Estás, no son horas para llamar la noche,
para quemar tu boca,
para congelar el instante
en envoltorios de silencio
a pesar de los vientos del Bóreas
en su ritma conceptual.
Por eso te desperté,
para sufrir del tiempo,
para bañar mis penas
a tu espalda, entre tinieblas,
sin tu rostro,
sin ver mi horizonte.
Por eso te desperté,
por la noche de tu silueta,
de noche y augurios de lapidación.
Para quemar la noche,
abrazada a tu pelo,
tu pelo en dragones juguetones,
envalentonados en cada rizo,
en cada rizo que es otra noche,
otra muerte, otro fuego,
látigo de otra noche.

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