lunes, 7 de junio de 2010

Carta de inversiones

Sólo trato de pensar lo único de mi misterio. Los puntos, los engarces, las distancias y las posibilidades de lo petrificado sólo se pueden ir develando en la mantención del círculo de lo mismo y la primera obsesión.
Los “niveles” de significatividad se pliegan-desplieguan en las semánticas sobrepuestas de las “experiencias”, los rostros, los abismos y sus letras. La circularidad no es un vicio, es. Sus sonidos no atañen al inocente, al que busca la redención o el absoluto, mucho menos la diversificación de los “temas”. Sus olas y frecuencias intentan devastar lo que se confunde como piel.
Esto, lo signado en pos del tacto, es lo aullido que confiere el intento por señalar las voces de los gritos, de todo aquello que ha de ser destruido en cualquier flecha, en cualquier fachada, en cualquier filosofía. Lo signado busca el erizarse de la piel en el contacto de la voz y su circunspección.
A tal respecto, aún cuando ya no sea tiempo de manifiestos, postulo estas cuatro tesis que “formalizan”, o mejor dicho programan la empresa de la devastación de lo petrificado.

1.- La palabra fundamental alcanza para transformar cualquier certeza en inseguridad. En tal sentido, la palabra fundamental pone en entredicho al poder. Esto significa(conferencia del ser) que la poesía no se interpreta, se recibe, se revela.

2.- En poesía no existe la palabra última, pues al final todo retorna al punto de su origen, el pólemos.

3.- El signo es el acontecimiento de sí (a ésta subyace la convicción de que el signo ya siempre se encuentra asumido y se consume como fetichización del acto sígnico o evento significante). En términos de método, lo aullido consiste en rodear tal fetichización desde la tesis de la metáfora como transposición del sentido. O literalmente, en el erizarse de la piel y los pies en la tierra, es decir como asignación de la obra y como designio de su revelación.

4.- La determinación del ser de la palabra como posibilidad categorial, es decir, como acto procreador (propiciador del sentido del acontecimiento), encuentra su opuesto en el concepto tradicional de acción, comprendida ésta como contenido de la forma. Donde además se entiende acción desde la comprensión de una temporalidad general y trascendental de las acciones humanas. Tus ojos.


No busco una retórica del existir humano; ya antes se trata de la devastación e indigencia de mí con respecto a lo retórico de las formas y estructuras. No soy mi juez, ni mi justicia. Sólo me encuentro en pos de propia voz, pues el Ser es acontecimiento de la palabra que funda el claro de la emergencia (insurgente) del Ser-ahí. (cfr. Heidegger :)

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