miércoles, 23 de junio de 2010

La primera centella

Me dedico a los alucines fantastáridos,
entre la merienda matutina y el sol de las lunas saturnales.
Escribo lo que el enano escribe que calle.

Susurro las gotas de la rototransmicionalidad
de los agujeros-tropos de tu perspectiva de mundo,
el hueco de las noches de tormenta eleática
donde mi ancestro Platón, la muy puta ella,
fincó los dientes que remuerden tu conciencia.

Me encantaría tallar tu silueta en el fondo del vaso,
pero sin más mezcal de por medio,
no hay lugar del lenguaje donde podamos dirigirnos,
sin las marcas de venado, sin las marcas del vaho
que sus dientes sulfuraron a tu mirada.
La muy apestosa, la muy loca ella ¡Ahggggg!
¿Quieres arcoiris? No servimos esa botella
en este plano candente de tu boca contra la mía.
Un bar en Amsterdan resguarda los asientos
de mi vino y mi desidia, un desierto asolado
flanquea mis pasos por las letras… por tus letras
y tus muslos, por mis sonrisas y la mirada de obseso
que te dono en el contacto de tus sustantivos
y mis jueves por la noche.

Sí, lo sé, te llenas de oficinistas,
pero en alguna estrella hallaremos la madriguera.
El respaldo de los colores de tus ojos
fantastáridos de aliento y afters por la primera centella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Buscar este blog