martes, 30 de noviembre de 2010

Marina

Oculto en el mar escucho mi nombre,
en mi pecho los ecos lejanos cantan
los nombres de tus hijos para darles de comer:
dibujan tu rostro, olvidan la sed.

Entonces me olvido en tu mar que es carne,
me lleno de la sal de tu piel,
mi lengua tirita las gracias,
el vació rodea mi ser.

Las sirenas se esconden en el océano,
tu silencio será siempre mi secreto,
el ahí de la piel

donde cada ola es mentira y cada dicha del ser,
donde tu cuerpo es mi orilla,
la isla de la posibilidad de ser.

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