jueves, 1 de abril de 2010

Desperté cuando no era día y en las tinieblas te escapaste.

Flor maldita.
Suenas a basura del día a día.
¿Cómo?, ¿nunca estrechaste la memoria
que a caudales relata los no-días?
¿Estás con tu florear
en la existencia espaciada del desierto?

Agotada la arena no puede escapar a la condena de no-ser
–Tu amante –, gime en el silencio del sol que la cubre.
Nada se refleja en la duna,
que mañana será la fosa común de tus recuerdos.

Amigo Sol, los silicatos te observan
¿¡Vas a permanecer en silencio!?

Así, trasfigurada ella se levanta,
– ¿El florear o la arena? –
Y murmura silente al emerger de su espasmo eterno.
La promesa del mar en el cielo,
que dibuja una silueta:
el pétalo de despojos homicidas.

Aquí, el resplandor se detiene

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