lunes, 19 de abril de 2010

Ya no era tu piel

I

Te veo, danzante, y me abrojo tu piel.
La sangre palpita a tu compás,
y en ritmo precipito mi alma
a la trepidante justicia de tu voz.

Fue ahí donde fuiste soberana,
fue ahí, donó, y me hice humano
en el acto criminal de mi ser.

(lamía el abrojar)

Yo no reía ni vestía.
Fui yo al pretenderme amado
de un dios secreto de lujuria y violencia.

Fui, al creer que era en mí… era tu piel

Ahí se inauguró el error,
entonces ahí inscribí mi voz.
Era la soberbia de un nombre
inventado por el orden del afán humano.

...Ya no era tu piel.

II

La constelación de los yerros/aceros,
Los tatuamos en nuestras nubes.
Y de las moscas/nubes hicimos descender
la miseria de nuestras advocaciones.

Admoniciones y señales que tomamos,
ahora fantasmas de nuestro delirio.
¡Era la confirmación de nuestro arbitrio!

Te perdimos en la vanidad/sonrisa de nuestros discursos.
Te perdimos en lo insano de nuestros murciélagos,
nuestras indagatorias, nuestras inquisiciones.

¡Teníamos el deber de aserrar la cabeza de nuestro hermano!
¡Ya no era tu piel/caverna la que olía al barbecho!
Ahí aprendimos a segar en tu nombre.

2 comentarios:

  1. Para nadie, se trata de aniquilar mi "alma" en una letra agonizante, ¡ja! Es sólo la palpitación de un deseo que no es de nadie

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  2. "No he escrito este libro para mis mujeres, mis hijas o mis hermanas, así como tampoco para las mujeres, las hijas ni las hermana de vecino. Dejo ese quehacer para aquellos que gustan confundir las buenas acciones con el bellos lenguaje"

    Colega, toda el sentido de la entrada me ha hecho recordar a Baudelaire.

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