viernes, 23 de abril de 2010

El Sonido que refluye por la gruta de tu rostro
si sonríes son torrentes,
si hay llanto entonces el valle lo [tolera y lo] resiente

… ¡Que si llueve!

El Nilo brotó de la comisura de tus labios,
y las sinfonías del lodo bendito
eran los tiempos plagados de mis silencios y de tus compases.

Las odas se agolparon brillantes en el iris de la mañana
rompen una tras otra en los flujos incesantes de tu persona…

Después dices que en el agua no hay redención,
te pregunto por la salinidad de tu memoria.
Y así truenan los zumbidos de los insectos,
del presagio del vendaval que inunda nuestras armas,
que pudre nuestra cosecha y satura nuestro stereo.

Pero la obra es larga y a la temporada la sucede otro ciclo,
así el rocío levanta el tedio de mi risa fingida
y sus gotas suaves de la hoja se pliegan al [promontorio]
mientras brota otro recuerdo, el río de tus piernas.

Entonces… te dedico una poesía
A ti, que fuiste tú, y después fuiste otra.

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