viernes, 14 de mayo de 2010

Cuando partiste de la noche se cumulan los suspiros

Cuando partiste de la noche se cumulan los suspiros,
frente a la luna silente y pastan en sus cienos
los destinos de la roca que viajó desde el mar a la montaña:
Fue donde enterramos para siempre tu nombre y tu presencia,
tu cuerpo, las olas y nuestros amores.

No es de la noche sin luna de quien recelo,
es noche de la luna llena la que produce el horror y tus espantos.
Del viaje del mar a la montaña cabalgaron así los suspiros,
a las últimas risas y el último aliento de la terrible marea:
Las imágenes que imaginabas en tu sueño.

Robaron entonces el pozo y el aire
que gravita en las siluetas de tu sangre y del agua tus rostros.
Fue de la noche del martes homicida donde
la presencia reclamó todos tus tiempos
y la oscuridad de los suspiros ausentes de garganta en los océanos.

Fuiste en último instante la totalidad de tus silencios.
¿Cuál fue entonces tu última palabra amigo?, ¿la plata?
¿Cuál tu último lamento?… ¿su camino?
Pero todo eso se lo llevaron las nubes
y ahora palpitas de la tierra, tu deseo.

¡Fue la noche del martes homicida
donde tus suspiros expiraron en el ahogo de la piedra!
Ahora a la luna consagraste tus dolores
y en sus rastros plantamos los silos
del homenaje y tus laceraciones.

¡Punzadas, mujeres y soledades!
¡Fue la luna la que devoró tu rostro!
¡Fue la luna la que arrojó la piedra!
¡Fue la luna la que dispuso de las nubes balantes!
Las que arrastraron tu cabeza a tus pies y no hubo más mareas.

Cerraron la perspectiva en las habitaciones de tus ojos,
y los rincones de la brisa callaron para siempre los futuros
de tus manos, de tus playas, tus letras y obsesiones.
De la noche del martes homicida no despertaste nunca más,
y así las olas y tus lunas no quisieron volver para bañarte.

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