lunes, 3 de mayo de 2010

Lo aullido

Rútila la gruta de tu mirar.
Ruge y cauteriza el instante,
recrean al tiempo, tu cuerpo,
y el roce aullido de tus pies.

Las horas que palpita ahora sangre,
y de tu sangre que si ve luz
se convierte en festín de la tierra.
Ahí insufla sus sueños y tus pesadillas.
Mis alegrías y tus suspiros.

Rútila de la noche ausente,
que palpita y no se agota nunca.
Que en su grito redime lo aullido
y el sonido se torna voz,
la voz tormenta, y entonces el dios
arenga a la tierra en la exigencia de tu carne,
de tu piel y de tu voz.
Lo aullido ahora su nombre y su piel.
Lo aullido ahora tu carne y tu destino.
Lo aullido ahora la satisfacción del abismo.

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