jueves, 28 de octubre de 2010

XVIII

En lo ideal no se consumen las drogas,
y la esencia es ser maligna y ponzoñoza.
Con la pericia e ingenuidad
se engendran las pequeñas gracias.
En lo ideal in-esencia es caótica, producto de los primos invertidos,
de manera que sobra el horror extranjero y la violencia genocida.
En lo ideal, al no ser absoluto el momento de ser,
se olvida el odio al mal padre.[1]


[1]Soportar a Mallarmè es como soportar la explotación de las costureas y bordadoras sepultadas en el terremoto de los ochenta. Inevitable.

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